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Los espaderos confían en volver a pescar marraxo al norte del Atlántico en el 2027

e. a. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Julio Munoz | EFE

El reparto del atún rojo, cuya cuota subió un 16 %, dilató el cierre de la cumbre

25 nov 2025 . Actualizado a las 04:45 h.

Más oscuros que claros tras el cierre de la cumbre de la Iccat (Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico) ayer en Sevilla. Más agri que dulce para una flota, la gallega, que seguirá siendo prácticamente la única del mundo obligada a descargar los tiburones con las aletas adheridas, que no ha visto aumentadas sus posibilidades de pesca de túnidos tropicales, ni siquiera de bonito del norte y que seguirá teniendo cerrada la pesquería del marraxo. En el norte y en el sur, a pesar de que en este hemisferio del océano la pesquería no está cerrada, pero la flota comunitaria —Cites mediante— no puede pescar ni un kilo de una cuota que, además, se ha rebajado para el año que viene.

El acuerdo más positivo para los espaderos gallegos tendría —de tenerlos— resultados en diferido, puesto que el consejo científico de la Iccat, que no ha podido finalizar la evaluación sobre el estado del marraxo en el norte del Atlántico, ha fijado un calendario de revisión de la situación del stock que debería finalizar en junio del año que viene y que abre la esperanza a que se pueda reabrir la pesquería —con las reglas de la Cites, eso sí— en el 2027. Ángela Cortina, secretaria técnica de la flota de larga distancia de la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi) es optimista a ese respecto. «Se han dado cuenta de que la evaluación del 2017 había sido una chapuza flagrante y no han podido concluir el análisis», sostiene. Confía en esta vez se imponga la información de la flota gallega, experta en la pesquería, con toda la información de los observadores, de los diarios electrónicos de pesca y no tengan cabida los datos de China, Taiwán y Estados Unidos, que fueron los que se manejaron entonces.

Con todo, fueron magros resultados para la UE, a pesar de la «excelente labor» del negociador comunitario, Stijn Billiet, y la buena coordinación con los representantes españoles. La cumbre estuvo dominada por las discusiones acerca del atún rojo, que a la flota gallega le afectaban en un muy segundo plano, por el hecho de que la Administración española se había abierto a dar cupo de la especie a la flota de litoral del Cantábrico si se aumentaba el cupo. Y se ha aumentado, un 16 %, pero a costa de cesiones y de dar entrada a nuevos operadores, como Panamá y Senegal, con lo que el incremento de cuota para la UE no subirá en aquella proporción, sino un 14,5 % para fijarse en 25.165 toneladas.

Lazos indonesios

Para el pez espada, la parte dulce es que habrá estabilidad en la cuota el año que viene y los siguientes, dado que se ha aprobado el protocolo de circunstancias excepcionales que permitirían recortar o elevar el cupo aprobado. La agri es que no se adoptó ninguna de las medidas para evitar el finning y no se aprobó el planteamiento que la UE llevaba por enésima consecutiva a luna cumbre para obligar a descargar los ejemplares con las aletas naturalmente adheridas. EE. UU., que inicialmente apoyaba la propuesta, se descabalgó durante la negociación y las posibilidades de prosperar cayeron en picado. Y aunque Japón sorprendió a todos con su propia iniciativa para evitar el finning, esta tenía incorporadas «tantas excepciones que no salió adelante», resume Cortina.

En esta discusión se aprobó prohibir la captura y retención de tiburón peregrino y jaquetón —ya vetados a la flota gallega— y se aceptó el uso experimental de los lazos indonesios. Se trata de un dispositivo que se añade al palangre y permite reducir la captura incidental de tiburones, algo que celebra la flota de Opnapa. Esta lamenta, eso sí, la falta de consenso para la propuesta de la UE de medidas de ordenación para los dos stocks de tintorera, que las partes contratantes bloquearon.