Cuando la depresión se cruza con la mordacidad

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26 ago 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Michel Houellebecq nació en 1958 y su experiencia vital ha nutrido sus libros. El alcohol y las depresiones, una infancia infeliz y unas relaciones familiares difíciles parecen haber marcado al escritor lo suficiente como para traducir esa pesadumbre a libros. Ingeniero agrónomo e informático, cambió su vida profesional por la literatura. En 1994 ganó el premio Prix Flore por su primera novela, Ampliación del campo de batalla. Cuatro años después despega su meteórica carrera, cuando Las partículas elementales se convierte en un fenómeno editorial marcado por la polémica. El desengaño que aún persiste en los supervivientes de mayo del 68, los movimientos feministas, la liberación sexual, la globalización... son blancos para la mordacidad de Houellebecq. Se siente profundamente antigregario y no duda en citar el rock como su mayor fuente de inspiración cultural. La crítica tampoco ha sido benévola con él: el especialista Guy Scarpetta se refirió a él como el cabecilla de los «nuevos reaccionarios» y hay quien ve en sus libros una mezcla de ideología católica, estalinista y machista. Sin embargo, no todo son críticas para Houellebecq. El crítico Philippe Soliers ha salido en su defensa, con el bastante lógico argumento de que las opiniones de un personaje no tienen porque ser la de su creador. El escritor tendrá una ocasión para dejar clara su postura en el programa televisivo Campus, presentado por Guillaume Durand.