Buenas intenciones, malos principios

José M. Fernández PUNTO Y COMA

TORRE DE MARATHÓN

LOF

24 sep 2017 . Actualizado a las 23:24 h.

Un Dépor de mantequilla. Otra vez. El conjunto deportivista tiró por la borda sus buenas intenciones en veinte minutos de desconcierto defensivo, de concesiones incomprensibles y en un penalti ingenuo como pocos, innecesario como la mayoría y excesivo. Hasta el punto de que la posterior reacción ?quizá previsible hasta el descanso, pero al menos con sentido del juego- quedó totalmente diluida en los groseros errores y desajustes defensivos, esos que, al parecer, se pueden evitar. Tan poco habitual es que un equipo conceda un remate en cada repliegue como que acumule tantos remates a domicilio.

Como frente al Alavés, el Dépor volvió a ser un equipo con dos caras, una particular versión de doctor Jekyll y míster Hyde: una, en el inicio y en el tramo final, la de un conjunto frágil, blandito y parsimonioso, que se confunde en cada balón parado que concede o que regala un gol donde no había nada y un penalti que destroza los mejores 25 minutos de la temporada, esos -la otra cara- en los que se encomendó a la brújula de Valverde y Çolak, a la profundidad de Luisinho y a la llegada de Borges. Con Valverde fuera de la jaula a la que fue condenado en la primera parte, mejoró el Dépor, apuntó a eso que llamamos «equipo reconocible», entró de nuevo en el partido, acumuló más pases seguidos y remató en más ocasiones que en toda la temporada e incluso hizo méritos para empatar. Hasta el penalti, esa acción de un Arribas -tampoco Schär tuvo su mejor día- que jugó 70 minutos condicionado por el gol en propia meta. Desapareció ahí de nuevo el Dépor para convertirse -otra vez- en un grupo quebradizo, incapaz de reaccionar a un castigo tan excesivo como dañino. Con buenas intenciones y malos principios.