Thomas Vermaelen, reencuentro feliz

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El belga, recuperado por Valverde, debutó con el Barça el día de la milagrosa salvación del Dépor en el Camp Nou

13 dic 2017 . Actualizado a las 18:01 h.

Regresó la semana pasada para recordar viejos tiempos. Los goles de la Juve, que jugaba a la misma hora en El Pireo, le fueron restando trascendencia al encuentro, así que cuando marcó en propia puerta, ya en el tiempo extra, se quedó tumbado boca abajo sobre el césped, sonriendo. Mathieu había vuelto al Camp Nou de visita, enrolado en el Sporting de Portugal. Figura el francés en la lista de invitados del imaginario blanquiazul por otra de sus actuaciones en el feudo culé. Aquella, como local.

Engrosaba la zaga adversaria en la última gran gesta firmada por el Dépor. Un empate sobre el alambre en casa del Barça campeón de Liga, que aún habría de sumar Copa y Champions antes de cerrar el curso 2014-2015. Pendiente de ese par de finales, Luis Enrique había enfrentado al Dépor con una versión menor. En defensa, por ejemplo, acompañaban a Mathieu otro par de futbolistas que no visten de azulgrana a día de hoy. Adriano, ahora en el Besiktas, ocupaba el carril derecho. Bartra, traspasado después al Dortmund, ejercía de central. Su pareja estaba de estreno esa tarde, y es el único que resiste en el plantel del conjunto catalán; de vuelta en Barcelona tras seis meses de cesión.

Vermaelen fichó a principios de agosto del 2014 por el club catalán, al que llegó arrastrando problemas en los isquios, detectados durante el mundial de Brasil. Las molestias crecieron hasta convertirse en lesión y requerir cirugía, que fue practicada en diciembre, desencadenando un nuevo proceso de recuperación. Otros seis meses de espera para alcanzar los diez. Cuando el Dépor acudió al Camp Nou a jugarse el futuro en hora y media, el belga aún estaba sin estrenar.

Durante el choque nadie lo notó. Aguantó 63 minutos en el campo; tiempo suficiente para celebrar el doblete de Messi, y dejar a los coruñeses camino de Segunda antes de hacer sitio a Douglas en el once y provocar una cadena de cambios de posición que concluyó con Mathieu bailando con Bartra en el eje de la zaga culé. El resto es historia deportivista y arranca casi de inmediato al baile de puestos: Lucas rotando en el área hasta ubicar en la escuadra el punto de mira y el balón, Salomao abrochando el empate entre una melé, lágrimas en el palco, baño en el jacuzzi, fiesta en el avión.

Vermaelen no jugó más hasta mediados de agosto; cuando la sonrojante derrota de la ida de la Supercopa de España en San Mamés (4-0). Fue titular 15 veces en la 2015-2016 y se marchó prestado a Roma el curso siguiente, con serias opciones de no volver.

Su testimonial presencia en Italia (solo siete duelos en el once) le devolvieron a Barcelona el pasado verano, siempre arrastrando la duda de quien costó 15 millones y nunca llegó a lucir. Esa carga portaba el pasado 26 de noviembre, cuando ante la falta de alternativas Valverde recurrió a él. Regresaba el belga a una competición que le había sido ajena durante año y medio, y no lo hacía un día cualquiera: tocaba enfrentar en Mestalla al más cercano perseguidor de los culés.

Estuvo impecable el zaguero, como una semana más tarde al suplir a Umtiti, lesionado frente al Celta; o formar de inicio en Villarreal. La gravedad del percance sufrido por el central galo., sumada a las molestias que arrastra Mascherano, quien además parece próximo a abandonar el club, han convertido a Vermaelen en pareja de Piqué. Lo será este domingo, como el de finales de mayo del 2015, cuando recortó su estreno y se perdió el memorable fin de fiesta blanquiazul.