El tenso adiós de Natxo González

TORRE DE MARATHÓN

El Dépor recibe al Zaragoza, club en el que su técnico vivió 20 duros días antes de recalar en Riazor

12 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las señales radiofónicas de las cero horas que marcaban el paso del día 30 al 31 de mayo acababan de sonar cuando el periodista Juanma Castaño anunciaba en El Partidazo que Natxo González sería el entrenador del Deportivo la siguiente temporada.

A trescientos kilómetros de la capital de España, ajeno a la noticia, el técnico ultimaba la sesión preparatoria que iba a desarrollar al día siguiente en la ciudad deportiva del Zaragoza. El fin de semana, el conjunto maño afronta la última jornada de la fase regular, con la clasificación para la promoción de ascenso ya asegurada.

Su teléfono móvil apagado le permite concluir con el trabajo y acostarse plácidamente sin saber la que le espera al día siguiente.

No han pasado ni ocho horas desde que saltó la noticia. La información ya circula por todo el país. Periódicos, emisoras de radio, cadenas de televisión, redes sociales... Natxo se levanta y conecta su móvil. Este empieza a sonar como si no hubiera un mañana. Decenas de mensajes de texto y llamadas perdidas.

Sorprendido descuelga el teléfono y su interlocutor lo advierte: «Natxo, han dicho en la radio que te vas al Dépor». «No es cierto -responde él-. Hemos hablado, pero dije que no quería saber nada hasta que acabe la temporada».

En el peor momento

Sabía que aquello podía pasar, pero no imaginó que llegara justo en el peor momento. Casi a punto de iniciar la promoción.

Y así fue. Por fortuna para él, el Zaragoza estaba al tanto de las conversaciones que mantenía con el Deportivo -«porque eran solo conversaciones y no tenía nada firmado todavía», llegó a comentar con posterioridad?. Desde el momento en el que Carmelo del Pozo se puso en contacto con él por primera vez, Natxo informó al director deportivo del club aragonés, Lalo

Arantegui, del interés gallego.

Ese ir de cara inicial permite a Natxo poder conversar abiertamente con el director deportivo antes del entrenamiento que esa mañana va a dirigir en la ciudad deportiva. El técnico le transmite su seguridad de que se siente con fuerzas para seguir adelante y luchar por el ascenso. Horas después, el Zaragoza convoca una rueda de prensa en la que interviene Lalo Arantegui. El objetivo es claro: enviar un mensaje de tranquilidad a la afición y destacar la confianza en la profesionalidad de su entrenador.

A partir de ese día, las cosas no van a ser fáciles para el entrenador. Por su cabeza asoma el calvario que había sufrido meses antes cuando el equipo no arrancaba. Habían sido meses complicados, llenos de críticas y reproches. De peticiones públicas de despido. Todo el trabajo que le había costado reconducir la situación y ser valorado podía irse al traste.

Criticado, alabado y criticado

Poco dado ya de por sí a dejarse ver por la calle, el técnico limita todavía más su presencia pública. Hasta que abandona Zaragoza no pasea por las calles de la ciudad. De casa a la ciudad deportiva y de la ciudad deportiva a su casa. Tiene la conciencia tranquila y se centra en el equipo. Convencido de que el ascenso es posible, quiere despedirse de la capital maña por la puerta grande.

Una vez superado el sobresalto generado por la noticia, Natxo González vuelve a disfrutar de cierta tranquilidad. Más allá de la habitual presión a la que se ve sometido históricamente el Real Zaragoza, el técnico no recibe la visita de hinchas en la ciudad deportiva ni sufre ningún incidente.

Hasta que Diamanka (el mismo que el sábado empató el partido de Riazor) se cruza en su camino hacia Primera. Un gol del senegalés en el último minuto del partido de vuelta del play off sirve para dejar, otro año más, al Zaragoza en Segunda.

Y un sector de la hinchada zaragocista se muestra implacable. Esa noche, el entrenador tiene problemas para abandonar La Romareda, increpado por la respuesta radical de algunos seguidores blanquillos.

Dos días después, comparece en la sala de prensa del estadio para anunciar que deja el club aragonés. Se limita a leer un comunicado. Ni acepta preguntas, ni desvela el secreto a voces de que su futuro está en A Coruña.

Abandona el recinto deportivo, se va para su casa y pronto emprende camino hacia victoria. Busca la tranquilidad de su tierra antes de cerrar su compromiso con el Deportivo.

Una semana después, saboreaba una cerveza en A Coruña para celebrar su llegada al Deportivo. Atrás quedaban días de tensión. De preocupación. Un futuro prometedor llama a su puerta.

Un técnico que devolvió la ilusión por el ascenso con una apuesta por la cantera

Cuando Natxo González aterrizó en Zaragoza en el verano del 2017, se encontró con una afición desengañada sin un ápice de ilusión. Sus primeros meses fueron complicados. Le costó inculcar su filosofía a una plantilla bastante limitada.

Los inicios fueron difíciles. Tres derrotas en las seis primeras jornadas. Eliminación de la Copa en dieciseisavos de final. Una serie de 14 partidos entre mediados de octubre y principios de enero en los que solo consiguió sumar 12 puntos. Una afición enfadada. Un entorno muy crítico.

Pero cuando no eran pocos los que pedían su cabeza contó con el respaldo de Lalo Arantegui, que lo mantuvo en su puesto. Y ahí resurgió el Zaragoza.

A Natxo no le tembló el pulso. Y cuando más difícil lo tenía, apostó por la cantera para recuperar el espíritu zaragocista y meter al conjunto maño en la lucha por el ascenso.

Julián Delmás, Raúl Guti, Dani Lasure y Jorge Pombo. Futbolistas que hoy se consideran contrastados en la categoría, no eran meses antes de la llegada de Natxo a Zaragoza sino jugadores del filial. El vitoriano les dio confianza y estos se la devolvieron con resultados.

Y ahí encontró, además, la complicidad de otro joven futbolista descartado por el Celta que con 22 goles contribuyó al éxito. Ahí el entrenador supo sacar el máximo provecho del gallego y revalorizarlo. Tanto, que el Espanyol pagaría meses después diez millones de euros por contratarlo.

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