Pesadilla antes de las vacaciones

José M. Fernández

TORRE DE MARATHÓN

Paco Martín

22 dic 2018 . Actualizado a las 23:27 h.

Un mal día para amargar el final de año. El inestable equilibrio que ha presido las actuaciones de Dépor lejos de Riazor finalmente se ha venido abajo. Después de cuatro empates consecutivo lejos de Riazor, el conjunto coruñés ha cosechado la segunda derrota de la temporada, precisamente en el día en que Natxo González aparcó el rombo para jugar con tres centrales y contrarrestar así el, al parecer, juego por fuera de un Cádiz en racha. Un ataque de entrenador, quizá tan comprensible como -a la vista está- fallido. Aprovechó las concesiones un Cádiz ordenado en el campo y discreto en el juego, un rival de los de Segunda de toda la vida, escasamente vistoso, peligroso a la contra y tan incómodo como se espera de un grupo que no necesita el balón para sobrevivir. Marcó el Cádiz en la primera concesión deportivista, en una pérdida de balón en una salida y a partir de ahí empezó la pesadilla antes de las vacaciones.

Tocó y tocó, disfrutó y erró unas cuantas situaciones de gol, buscó soluciones -Vicente como eje del centro del campo, más control con Krohn Dehli, profundidad con Fede Cartabia y Carlos Gil-, pero sin resultado. Careció del acierto en el área rival y se llevó un castigo tan justo como excesivo. Justo, porque regaló al Cádiz lo único que no se le puede conceder a un rival que saca más provecho del error ajeno que de la virtud propia; e injusto, porque, al fin y al cabo, el Dépor no se escondió en el Carranza, propuso -a veces de forma excesivamente previsible- y se adueñó del balón y de las ocasiones. Oteaba el liderato y puede acabar la jornada en la quinta posición. Un golpe de realidad. La Segunda División.