Fabrizio Ciocale: el Liceo como guinda de una pasión por el hockey sobre patines

TORRE DE MARATHÓN

El argentino cumple su segunda etapa en A Coruña tras una vida orientada al patín desde que era un niño

07 dic 2019 . Actualizado a las 20:33 h.

Hay quien sostiene que Fabri tenía morriña de A Coruña. Por eso regresó. Por otra parte, llevando el hockey sobre patines en el corazón, pocos lugares hay como la ciudad herculina para cumplir un sueño de niño.

Fabri es Fabrizio Martín Ciocale (Buenos Aires, 1998), autor de un hat trick en la última victoria del Liceo, la que igualó el récord histórico de victorias consecutivas del equipo verdiblanco en la OK Liga. La derrota ante el Taradell cortó la racha, pero Ciocale permanece como una de las sensaciones de un sobresaliente arranque de temporada. El joven argentino vive su segunda etapa en el Liceo, tras haber fichado por primera vez en el año 2016 como flamante internacional sub-20. «Aunque en lo deportivo me encontraba increíblemente a gusto, fue muy duro vivir el día a día lejos de mis seres queridos. Y necesitaba estar bien en lo anímico para poder jugar el Mundial», recuerda. «Es muy difícil emigrar, pero fuimos cayendo en la cuenta de que en su caso era irremediable, por la profunda pasión que siente por el hockey sobre patines y que le ha movido siempre», explica su madre, Vanesa.

Esa intensidad con la que ha vivido encima de los patines desde que tenía tres años ha sido la brújula que encaminó a Fabrizio hasta el Liceo, uno de los clubes de referencia a nivel mundial.

No fue una decisión fácil. Europa ya había llamado a sus puertas, pero sus padres siempre priorizaron su formación académica y hasta que completó los estudios secundarios (incluso adelantando el último cuatrimestre) no tuvo las puertas de su casa abiertas. Ahora estudia Administración de Empresas y Comercio Exterior. «Es parte de las responsabilidades que me puse como objetivo al venir», dice el jugador del Liceo. «A pesar de su tenacidad y de haber conseguido logros como vestir la camiseta de Argentina en dos Mundiales, nunca pensó profesionalmente en el deporte», explica Vanesa.

Eso sí, en cuanto pudo, Fabrizio tomó la decisión de fichar por el Liceo de forma inmediata, cerrando un ciclo que inició su bisabuela Concepción emigrando desde Lugo hasta Argentina. «No tuve que pensármelo dos veces. Era un club donde siempre quise jugar desde que empecé a ver hockey europeo. Había jugadores que admiraba, y admiro mucho y me moría de ganas de venirme para acá. Mis referencias no eran muchas, solo iba motivado por lo que me proponían y por mi ilusión. La idea de dejar mi casa solo entró en mi cabeza una vez que llegué a España y caí en la cuenta de que estaba sacrificando muchas cosas por cumplir mi sueño», relata.

Ese deseo íntimo había comenzado a forjarse en el mismo salón del hogar familiar, donde Vanesa y su esposo Juan (impulsores del espíritu deportivo de los Ciocale) asistían a los partidos que Fabrizio y su hermano mayor Gian (también jugador de hockey ahora) improvisaban con su hermana Chiara (entonces con solo 3 años) como sufrida portera.

Su primera camiseta fue la del Vélez Sarsfield, el club de su barrio, su segunda casa. Allí, este niño jovial y de juego intenso protagonizó hilarantes episodios, ya que tenía por costumbre comer durante el calentamiento, pero no cualquier cosa: hamburguesas, dulces... En una ocasión, un árbitro le interceptó un choripán (típico bocadillo porteño de chorizo asado) en plena cancha. «Yo lo esperaba en la banda con su alfajor preferido y, mientras probaba suerte lanzando a puerta, iba comiéndolo... lo hizo hasta que llegó al Liceo», relata con una sonrisa Vanesa.

Ya como verdiblanco, Fabrizio dice sentirse «muy cómodo». «Siempre tuve esta idea en la cabeza, quiero crecer y afianzarme en el Liceo y en la OK Liga, estar entre los mejores del mundo y ganar muchos títulos», añade.

«A Coruña es una cuidad ideal para vivir», zanja Vanesa.