El Dépor, de la alfombra al barro

L. Balado

TORRE DE MARATHÓN

Francis ataja un centro en el Guijuelo-Fabril
Francis ataja un centro en el Guijuelo-Fabril LOF

Entrenadores y jugadores que han alternado entre Segunda y Segunda B ven en la dureza de los terrenos de juego el gran factor diferencial entre categorías

31 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El ritmo, la intensidad, la calidad técnica de los jugadores, las planificaciones, los espacios... Pero por encima de todo, los campos. Esa es la gran diferencia que establecen entre la categoría de bronce y la de plata aquellos que han pasado por ambas. Barrizales en Asturias, céspedes sintéticos de los que dejan souvenirs en las rodillas, ratoneras delineadas con cal, gélidos estadios castellanos... El Deportivo va a la guerra en el curso 2020-2021.

«No es lo mismo jugar en La Romareda que en el campo del Guijuelo. Creo que es uno de los peores: artificial, siempre me ha coincidido en enero o diciembre con mucho frío, un campo abierto, con mucho viento, vallas a los lados». El que habla de manera tan gráfica es Ian Mackay. El canterano del Deportivo regresa este año a Segunda División tras lograr el ascenso con el Sabadell, pero conoce de sobra lo que se cuece en el fútbol no profesional: «Para los que están acostumbrados a jugar en Primera o Segunda, habituarse a eso es complicado. Por eso pasan las sorpresas que pasan en la Copa del Rey».

También salido del Fabril, Maikel llegó a disputar una veintena de partidos con el primer equipo del Deportivo a finales de los noventa. Fue antes de iniciar un periplo que le llevó por Toledo, Jerez, Getafe, Compostela, Terrasa, Tenerife, Lorca, Benidorm o Lugo. Un viaje profesional con muchas paradas en la Segunda y la Segunda División B. «Hay equipos que a lo largo de los años, con campos de hierba natural en mal estado, o de hierba artificial muy pequeños, son muy difíciles de batir. Sacan provecho de eso y es algo que se va a encontrar muchas veces el Dépor en esta categoría», explica Maikel, que también habla de evidentes diferencias en lo puramente futbolístico: «Yo creo que la intensidad se nota mucho. En Segunda es mucho más alta. Hay equipos punteros en Segunda B, potentes e históricos, a los que les es imposible pese a estar bien armados», recuerda. Pero aún hablando de fútbol, la conversación acaba derivando sobre un análisis de los rectángulos de juego: «La intensidad es mucho más alta en Segunda. Pero la intensidad se iguala en muchos campos por ser pequeños, por su mal estado o por hierba artificial que no es de última generación».

El mito del «perro viejo»

Contra la creencia de que Segunda B no es categoría para los jugadores talentosos, todos se rebelan. Pocos conocen más el tradicional Grupo I que Fran Caínzos (ex del Racing, Ourense o Compostela). Recuerda que en su época las diferencias entre Segunda y Segunda B eran «muchísimas», pero que en la actualidad se han reducido. Se pronuncia sobre la probable llegada de Celso Borges, un tipo que ha jugado un Mundial, frente a aquellos que creen que esta categoría la dominan los «perros viejos», experimentados gladiadores en las peores arenas. «Es un argumento muy bueno traer a un jugador de ese calibre», dice. Aunque matiza dejando todo a su capacidad de adaptación al entorno: «En Segunda tienes más espacios, te dan un poco más de libertad, el ritmo es diferente; la Segunda B es más perra, más de apretar los dientes, de correr y empujar. Mételo a jugar en campos pequeños, algunos sintéticos. A ver cuál es el proceso de adaptación. Se acabará acoplando, pero es complicado». Maikel también es de los que consideran que los buenos son buenos en Primera o Segunda B y Mackay apuesta por una fórmula mixta. Esa que tantos frutos dio en Mallorca: «Tenía de lo mejor de Segunda B y luego fichó jugadores que eran de superior categoría, que fue lo que les dio el salto de calidad.

Aira cree que lo ideal es combinar la calidad con «el hambre y el compromiso»

Ascendió en su día al Albacete a Segunda y viene de pasar dos cursos en el Reino de León, uno de los coliseos que podría pisar el Dépor de acabar coincidiendo en el mismo subgrupo que la Cultural. José Manuel Aira, como todos los anteriores, insiste: «La diferencia más grande son los escenarios donde se juegan los partidos. En el fútbol profesional todos los campos miden lo mismo y tienen muy buen césped; en Segunda B te encuentras distintas dimensiones y superficies. Para mí es la principal dificultad. Adaptarte cada 15 días a situaciones diferentes».

Dice tener «cada días más claro» que es mucho más complicado ascender desde Segunda B a Segunda que de Segunda a Primera, más en un momento de cambios en el que todos los clubes quieren colarse en la hipotética Segunda B Pro. Y avala la posible llegada de Borges: «Lo mejor es tener a los mejores futbolistas que puedas y que ese futbolista tenga hambre, ilusión, compromiso con el club y sepa que va a tener que hacer un esfuerzo importante para competir y adaptarse a Segunda B».

Rubén de la Barrera recuerda que los campos del Grupo I suelen ser de los mejores

Fue el hombre que logró en León un ascenso a Segunda que se llevaban décadas persiguiendo. Rubén de la Barrera, ahora en la liga rumana, cree que el camino de vuelta al profesionalismo para el Deportivo empieza dentro de la cabeza. «Es algo que ya está. Hay que sentirse desde ya equipo de Segunda División B para poder rendir y competir desde el primer momento», explica antes de abrir el gran melón. «Las categorías están para algo, pero donde radica la diferencia es en la heterogeneidad que existe en los terrenos de juego». Porque ser visitante en Segunda B, no es lo mismo que en Segunda: «Viajar es un condicionante mucho mayor».

Ahora bien, como nota positiva y a expensas del reajuste en la categoría, el tradicional Grupo I (el de los gallegos) sale bien parado. «De los cuatro grupos que existían hasta ahora, esa diferencia se minimiza en cuanto al número de campos etiquetados como diferentes».

Anota como clave para una buena temporada saber gestionar la ansiedad por obtener resultados positivos inmediatos.