Borja Jiménez es un grandísimo entrenador que vive el fútbol con auténtica pasión y le dedica las 24 horas del día. Prepara cada partido al detalle y tiene esa personalidad que le lleva a convencer al jugador. Su forma de trabajar y su estilo están muy definidos y se mantienen aunque las cosas no vayan del todo bien, porque cree en lo que hace. Eso no quiere decir que no sea capaz de introducir cambios que puedan mejorar el equipo; si algo nos dejó claro en el Mirandés, donde hizo una temporada fenomenal, es que no se casa con nadie. No le importa sentar a un peso pesado si considera que no está rindiendo, para dar la oportunidad a alguien que está empezando y en el día a día demuestra que la merece.
En mi caso, siendo unos meses mayor que él, no hubo ningún momento en que el respeto no fuera absoluto. Con una forma de ser como la suya, la juventud no es un problema. Establecimos una relación muy buena. Como futbolista me encontré con un entrenador muy completo al que me habría gustado tener en otras etapas de mi carrera. Me arriesgo a decir que él y Natxo González, con quien coincidí en el Reus, son los técnicos que más me han marcado. Disfruté mucho con él en Segunda B.
Me alegró un montón saber que se lo llevaba el Dépor. Estoy seguro de que a poco que lo dejen trabajar y le acompañen los resultados va a armar un grandísimo equipo, con el que competir y hacer un buen juego. Es cierto que nunca ha estado en un club con las exigencias que se va a encontrar, pero si tienen paciencia, va a enganchar a la gente de A Coruña, seguro.