El juvenil del Deportivo, ejemplo de trabajo y organización

Simón Lamas

TORRE DE MARATHÓN

RFEF

28 jun 2021 . Actualizado a las 09:50 h.

El logro está a la altura de muy pocos. El fútbol es muchas veces injusto y el Dépor podría haber levantado la Copa de Campeones sin acumular suficientes méritos, pero no ha sido así. Estamos ante un equipo perfectamente trabajado, que anuló las virtudes de rivales de la talla del Barcelona o el Real Madrid. Después de ver las semifinales y las características del conjunto azulgrana se presumía un choque similar, dominado por el oponente. Nada que ver.

El conjunto de Óscar Gilsanz mejoró en la salida de balón. Fue capaz de atraer la presión hacia las zonas que más le interesaban y aprovechar el trabajo de Noel entre líneas o los duelos de Mella con el lateral de su banda. Aparecieron los espacios necesarios entre el centro del campo y la defensa del Barça y el Deportivo detectó el momento oportuno para ser vertical. Fue clave además la basculación de jugadores como Brais Val y Mario y el trabajo de los extremos blanquiazules sobre los carrileros, evitando superioridades en banda y ahorrando a los centrales los desplazamientos hacia el exterior. Así fue posible reducir el impacto de un futbolista como Ilias, como en las semifinales ocurrió con Peter. Jugadores acostumbrados a las dinámicas de filiales del nivel de los del Barcelona y Real Madrid.

Para desarrollar la idea resultó indispensable contar con un portero que transmite seguridad, como Brais Suárez, y un perfecto entendimiento al juntar líneas, negando al rival espacios por los que circular el balón. También saber qué hacer con él cuando el Dépor se puso en ventaja. Descansar con la pelota. Pese a un formato de competición que no da mucho tiempo para preparar los encuentros, la final se convirtió en un ejemplo de trabajo en equipo y organización.