Ha sido una buena carta de presentación. Hemos visto a un Deportivo que salió con un hombre de referencia en ataque y la ausencia de un fijo en las alineaciones como Diego Villares. La imagen fue muy buena durante los primeros 18 minutos. Fue una puesta en escena distinta a lo que veníamos viendo. Había posesión, pero con cambio de ritmo de mediocampo hacia adelante. Se buscaba la portería con un poco más de verticalidad. Ayudó mucho la aportación de Svensson, que es un hombre que va al apoyo, que pelea todos los balones y que sale victorioso de las disputas porque tiene mucha fuerza física. Es muy grande y se lleva por delante a cualquiera que pelee con él. Y a su gran trabajo hay que añadir la aportación de Quiles que, como siempre he dicho, desde banda es en donde es más peligroso. Porque desde ahí interpreta muy bien dónde están los espacios que se pueden aprovechar para encontrar el gol. Se ha demostrado una vez más que ese es su sitio y que tiene que jugar con un hombre de referencia al lado, como fue Miku el año pasado y que, por lo visto ayer, Svensson se ha ganado seguir siéndolo en el próximo encuentro.
A partir del minuto 20, el Linares equilibró el partido y demostró que es un equipo para estar ahí toda la temporada. El Deportivo encontró el 1-0 con una cucharita de Svensson y en un arreón de cinco minutos puso el 2-0. Esos fueron los mejores momentos, la afición loca con el equipo, pero justo al borde del descanso, un gran control de Fermín y un error de Bergantiños le regalaron la posibilidad al Linares de irse con vida. En el segundo tiempo, el Dépor estuvo más cerca del tercero que del empate, pero al no materializarlo acabó sufriendo. Los visitantes pusieron gente sobre la línea de centrales y el Dépor perdió presencia en el centro del campo. Acabó sufriendo, pero la sensación con la que se fue todo el mundo es de cierta ilusión. De que hay tiempo para rectificar lo realizado hasta la fecha.
