Digo así no, después de lo visto en los primeros treinta minutos de partido. El Deportivo salió a presionar alto, le quitó la posesión al Castilla e hizo un fútbol brillante, de lo mejor que se ha visto en Riazor en mucho tiempo. Hasta pudo sentenciar el partido en ese rato. Pero, a partir del fallo defensivo en que tropezaron Olabe y Pablo Martínez en el mediocampo y perdió la ocasión Peter por querer adornarse ante Mackay (por cierto, el portero volvió a ser la figura del equipo), el partido cambió por completo. El Castilla empató en esos minutos finales de la primera parte, e incluso dispuso de otra ocasión de Álvaro que la mandó fuera inexplicablemente. En el cómputo global de estos 45 minutos, el Dépor se fue al descanso con un 1-1 que hasta podría ser justo en cuanto a ocasiones, a pesar de que estuvo mucho mejor en 30 minutos, y el rival solo en 15.
Tras un buen inicio de segundo tiempo, el Deportivo acabó siendo una caricatura de la primera parte. Poco a poco fue perdiendo el sitio en el mediocampo. Se empezaron a estirar los marcajes y el posicionamiento respecto a jugadores importantes como Mario Martín y Arribas, que jugaron a placer durante todo el segundo tiempo.
El partido estuvo en el círculo central, pero el Dépor hizo todos los cambios en la zona de defensa y centrales. La sustitución de Antoñito me pareció extraño por desplazar de esa zona a Villares. Sí que estuvo bien el hecho de adelantar a Olabe al medio, pero no fue normal colocar al lucense en el carril, donde ofreció muy poco. ¿Para qué está Trilli? Desde fuera pareció que los dos únicos cambios para ir a ganar fueron Svensson y Yeremay, pero lo cierto es que solo tuvo posibilidades de hacerlo fue el Castilla.
Fue un Dépor muy bueno de inicio, pero superado el resto del partido y sin capacidad de respuesta desde el banquillo.