El equipo actual, al que se le negó campo para entrenarse en A Coruña, toma el testigo del tetracampeón nacional

pablo gómez
Periodista con más de dos décadas de experiencia en información deportiva y gastronómica.

«El fútbol femenino ha llegado para quedarse», lanzó Tino Fernández mientras firmaba con el Orzán el convenio que significaría la creación del equipo que, solo tres años después, celebra un ascenso a la máxima categoría de este deporte en España. Con permiso del Olivo (segundo y último equipo en la división nacional más alta), todos los pensamientos fueron entonces para el Karbo (entidad surgida al abrigo de un centro escolar y después auspiciada por el Deportivo), el mejor equipo de fútbol femenino de la historia de Galicia, con cuatro títulos nacionales, Copas de la Reina, en 1981, 1983, 1984 y 1985 (entonces no había Liga).

En realidad, el presidente saliente del club blanquiazul, podría haber matizado con orgullo: el fútbol femenino no llega, sino que ha resucitado. Y lo ha hecho en un tiempo récord. Arrancó bajo la estructura del Orzán, que ya militaba en Segunda y cuyo director deportivo, y exentrenador del equipo femenino en la categoría de plata, era entonces Manu Sánchez, actual técnico blanquiazul.

Con esos mimbres, el Dépor se estableció como objetivo el ascenso a la élite española. Se estrenó el 9 de agosto del 2016 adjudicándose el Teresa Herrera ante el Villarreal. Y, el mismo día, recibió el primer jarro de agua fría. El ayuntamiento de A Coruña, con Xulio Ferreiro como alcalde, y la Asociación de Fútbol Aficionado Coruñés (AFAC), anunciaban que en sus campos no había sitio para el Deportivo femenino. Como mucho, le cedían A Grela para disputar los partidos, pero ni una sola hora para entrenarse.

De este modo, el proyecto que pretendía ser referente en el balompié femenino gallego se veía obligado al exilio. El campo arteixán de Ponte dos Brozos fue su destino durante dos temporadas, hasta que hicieron de su casa la ciudad deportiva de Abegondo.

En lo deportivo, la pauta siempre estuvo clara. A Coruña (Galicia) tendría que ser el principal vivero de futbolistas, pero la competitividad ganaría un plus con la incorporación de internacionales de cualquier procedencia. Durante estos tres años, el Deportivo ha visto también cómo crecía su capacidad de captación, con un filial que este año logró el ascenso a la Segunda División nacional por la puerta grande, proclamándose campeón de la Primera Galicia.