Xabier Mariño, el inquilino gallego de Gala, tras los pasos de Bach

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

05 nov 2008 . Actualizado a las 11:25 h.

Corren en abundancia por las venas de Xabier Mariño abriéndose camino entre glóbulos rojos y blancos. Los heredó de su abuelo José, clarinetista en una banda de Ponteareas hasta que perdió tres dedos de una mano y tuvo que cambiar el viento por la percusión. La droga musical también enganchó a Ana, su hermana, pianista, y a dos de su primas (violín y flauta).

Pero si los genes pusieron la primera piedra, ha sido el empeño posterior de Xabier, en forma de mucho esfuerzo, lo que le ha llevado a formar parte de la contadísima nómina de nuevos valores artísticos a los que Antonio Gala abre cada año las puertas de su Fundación. Antes remató con un brillante expediente sus estudios en el Musikene. Eligió el conservatorio vasco porque allí impartía clase Gabriel Erkoreka, «uno de los mejores profesores de composición», premio Reina Sofía y profesor en la Royal londinense.

Xabier Mariño recibió permiso para abandonar por unos días la inmensa casa cordobesa que comparte con otros doce jóvenes escritores, pintores, escultores... Y hasta con el propio Gala cuando está en la ciudad.

Ha aprovechado la escapada para acercarse a Ponteareas, pero a lo que de verdad ha venido a Galicia es a rematar el curso A escena aumentada que el grupo catalán Tonic Teatre impartía en Santiago. La fiesta de fin de curso, en forma de laboratorio con interactuación del público, será mañana, en el Salón Teatro compostelano.

Será una muesca más en el currículo de Xabier Mariño, ahora volcado en su proyecto musical gracias al mecenazgo de Antonio Gala. «Vivir de componer es casi una utopía», afirma. Con todo, este camino nuevo que se le abre, le permite soñar. Y sueña con no tener que convertirse en uno de tantos y tantos músicos que no encuentran otra salida profesional que pasar a formar parte del sistema educativo. No porque no le guste enseñar, sino porque le gusta mucho más componer. En su haber ya acumula más de una docena de obras. Paisaxes escuras, la que escribió para orquesta como trabajo de fin de carrera, cuenta sin palabras el impacto que dejó en su retina la oleada de incendios del verano del 2006.

Pero durante los próximos nueve meses en las aguas que quiere zambullirse son en las de la composición con medios electroacústicos. Reconoce que lo tiene todo a su favor para hacer lo que le gusta: un escenario idílico, unos compañeros con los que ha conectado desde el primer día, todo el material que necesita y una libertad total para crear. «El artista nunca es completamente libre, pero yo este año voy a serlo», afirma.

Seguro que cada día encuentra un ratito para escuchar a su dios particular en materia musical, Johan Sebastian Bach. El resultado del proyecto se verá el próximo verano. Es el plazo que tienen Xabier y sus compañeros para demostrar a Gala que acertó en la elección.

Cuando llega diciembre empezamos a tener noticia de presentación de almanaques variados. El que desde hace tres años realiza Adicam, la asociación de diagnosticadas de cáncer de mama con sede en O Morrazo es bien especial. Y no porque sea una de las vías de recaudar fondos, objetivo que comparten con todos los calendarios imaginables, sino porque pretenden hacer exhibición de su inagotable espíritu de superación y, sobre todo, desterrar tabúes. El lema de la portada lo dice todo: Mulleres cun denominador común, as ganas de vivir. Detrás de cada una de las protagonistas (Esther, Mar, Mari, Rosa, Ana...) se esconde una historia pero, sobre todo, un ejemplo.