«Somos cabezas de turco»

Alejandro Martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

Carlos Rivas y Serafín Rodríguez posan con una fotografía del lugar en el que fueron identificados en abril de 2008.
Carlos Rivas y Serafín Rodríguez posan con una fotografía del lugar en el que fueron identificados en abril de 2008. xoán carlos gil< / span>

Condenados por tirar piedras, dicen que la policía los eligió al azar

11 feb 2019 . Actualizado a las 12:38 h.

Serafín Rodríguez y Carlos Rivas quisieran despertarse y pensar que todo fue una pesadilla. Pero la realidad es que, si nadie lo remedia, próximamente entrarán en prisión para cumplir una condena de tres años de prisión por un delito contra los derechos de los trabajadores. El juzgado los considera culpables de haber arrojado piedras en una manifestación en abril de 2008. Ellos lo niegan y afirman que fueron elegidos al azar por la policía porque había que buscar responsables. Serafín Rodríguez es transportista y afiliado a la CIG y Carlos Rodríguez, de UGT, trabaja como agente de seguros. Su inminente entrada en prisión hará que pierdan sus puestos de trabajo y les separará de sus familias. Todo el sindicalismo de Vigo está con ellos. El próximo domingo hay una manifestación que partirá a las 11.30 horas desde la plaza de España para clamar por su indulto.

-¿Que pasó el día que fueron identificados por la policía?

Serafín Rodríguez. Había una reunión convocada por los sindicatos para informarnos sobre cómo iba la negociación del convenio. Estaba hablando con un compañero. Al poco tiempo vino un policía y me dijo que le acompañara a la grillera. Me pidió el DNI porque dijo que me habían visto tirando objetos a los camiones. Yo les dije que no sabía de qué me estaban hablando. Contestaron que como todo estaba grabado, que no preocupara porque todo se acabaría aclarando. Yo entonces me quedé tranquilo, sabiéndome inocente.

Carlos Rivas. Yo estaba trabajando en el sindicato. Nuestra función era informar del motivo de la huelga. Era el primer día y las negociaciones del convenio estaban paradas. Mucha gente no sabía cómo iban los avances. Entonces me identificó la policía y me acusó de arrojar piedras. A raíz de ahí nos llegó la denuncia y después se celebró el juicio.

-¿Conservan la esperanza de poder quedar libres?

S.R. Tengo confianza en la gente que me está apoyando, pero realmente el indulto no lo sé. Fue una decepción cuando nos lo denegaron la primera vez. Ahora no sé qué pensar. La petición de entrada en la cárcel es inmediata. Estamos esperando que el juzgado efectúe la solicitud y eso será de un día para otro.

C.R. Conservo la esperanza porque tenemos mucha gente detrás que está apoyándonos y recogiendo firmas para apoyar nuestra solicitud de indulto. Ocurra lo que ocurra, me siento fuerte, gracias a la cantidad de gente que está moviéndose en estos momentos. Yo creo que lo que nos ha pasado es una sin razón. A nadie le entra en la cabeza que pueda ocurrir algo así en los tiempos en los que vivimos.

-¿Cómo están viviendo este calvario?

S.R. Muy mal, tanto yo como mi mujer, hijas, padres y hermanos. Soy una persona sin antecedentes. Nunca hice nada que se pueda considerar delictivo. Personalmente creo que me estoy comiendo un marrón sin haber hecho nada. Además tengo una hipoteca, tengo que pagar un coche. Mi mujer está con depresión y ansiedad y de baja por no poder trabajar en esta situación.

C.R. A nivel personal desde 2008 me lo vengo comiendo yo solo porque jamás de los jamases pensé que llegaríamos a este extremo. No se lo conté a mi familia para no preocuparlos. Tenía la esperanza de que esto se resolviese, por eso no dije nada en casa. Llegar a lo que estamos en este momento, es que no me entra en la cabeza. Mi mujer lo supo hace una semana. Cree que esto no puede ser real. A la niña no le hemos comentado nada.

-Defendiendo los intereses obreros, acabaron condenados por un delito contra los trabajadores. ¿Cómo lo explican?

S.R. No lo entiendo, tantas vueltas como le doy y leí muchas veces los papeles del juzgado y sigo sin entender. Dos personas no damos parado la caravana de camiones que había allí. Fue al pito pito. Tengo un amigo que estaba hablando conmigo y cada vez que estoy con él casi llora. Me dice que le debí caer bien al policía y que por eso me eligieron a mí. No soy capaz de jurarlo, pero creo que el que ratificó el atestado durante el juicio no fue el agente que me identificó.

C.R. Nos sentimos cabezas de turco. Con aquella huelga se consumieron mejoras y una subida importante del convenio. A los dos meses hubo otra huelga de trabajadores autónomos y esos si que la montaron, no sé, debieron mezclar churras con merinas. Aquel día ni siquiera hubo daños.

Carlos Rivas Y Serafín Rodríguez sindicalistas condenados a 3 años de cárcel