220 kilómetros a paladas

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

VIGO

Joerg Husi Photo

Marta Abruñedo acabó tercera en Holanda en la prueba de ultramaratón de pádel surf más
dura del mundo

21 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Marta Abruñedo (Vigo, 1980), lleva toda la vida metida en el mar. Con nueve años consiguió su primera medalla en un Campeonato de España de remo, ha practicado remo olímpico, trainerillas, bateles, «levo toda a vida nisto», dice. Pero fue la semana pasada cuando vivió su experiencia deportiva más extrema, y también la más emocionante. Participó en Holanda en la prueba de ultramaratón de paddel surf Eleven City Tour, una competición en la que más de 120 deportistas de cuarenta nacionalidades cubrieron 220 kilómetros de canales sobre la tabla de pádel. Acabó tercera. «Foi un soño feito realidade, un terceiro posto que soubo a ouro porque tanto as dúas primeiras como a cuarta clasificada son xente que se dedica profesionalmente a isto, eu non».

Fue hace cuatro años cuando Marta se aventuró en el paddel surf. «Un día vin unhas táboas na ría e dixen: ‘teño que probar. E aí comecei’». Se enganchó a una disciplina joven pero muy exigente y ya tiene varios subcampeonatos nacionales luciendo en sus vitrinas. «Pero a min o que máis me gusta son os desafíos, por iso decidín competir na proba de Holanda, coñecida como a máis dura do mundo». Y no es para menos.

Hace un par de años Marta ya había acudido a la cita de ultramaratón de los Países Bajos, pero arrastraba molestias y acabó cuarta. Ahora quería sacarse la espina del podio. «Prepareime mellor, pero as condicións foron extremadamente duras. Os 220 quilómetros estaban distribuídos en cinco etapas, pero o primeiro día houbo temporal con ventos de 100 quilómetros por hora, así que tiveron que suspendela e xuntaron na segunda xornada os dous percorridos. Fixemos máis de 70 quilómetros. Foi durísimo. Acabei cos pés destrozados. Neste deporte necesitas moitísimo equilibrio, cargas as pernas e tamén o tronco e os ombros». Una exigencia solo apta para unos pocos y que se vio multiplicada por el clima.

Muchos participantes padecieron hipotermia y sufrieron con el viento, un elemento que a Marta no le es ajeno. «A min creo que mesmo me favoreceu. Estou acostumada a adestrar na ría con vento e marea en contra, así que as etapas con vento fíxenas moi ben».

En cuatro días recorrió por los canales holandeses más de 200 kilómetros y cuando llegó a la meta se emocionó. «Foi moi especial. A proba é indescritible, hai moi bo ambiente e pasas por debaixo de moitas pontes. Eu tiven a sorte de que meus pais estaban alí e animábanme no paso de case todas as pontes. Meu pai ía cronometrando os tempos que facía coa deportista coa que me xogaba o bronce, que tamén era española. A xente xa me coñecía por meus pais e dicía o meu nome. ¡Crucei a meta chorando!», cuenta con la piel de gallina.

Porque el papel de su familia fue determinante. Las tablas de pádel surf miden más de cuatro metros y la logística es complicada. «Son máis de 2.000 quilómetros, e meu pai ?Arturo Abruñedo, entrenador de remo y que esta temporada la ha dirigido? e miña nai foron ata aló en coche para levarnos ao meu mozo Paulo, que tamén competía, e a min todo o material». Además, Marta tuvo que pagar de su bolsillo toda su aventura deportiva.

Entrenamiento diario

Marta, ingeniera mecánica, compagina su trabajo con el mar a base de madrugones y esfuerzo. Se levanta a las seis de la mañana para ir al gimnasio y tres días por semana hace sesión en agua por la tarde. Los fines de semana también se sube a la tabla de pádel surf. «É cando facemos as tiradas longas, tres horas remando ou o que faga falla», subraya. Ese es el entrenamiento que le ha permitido estar en el podio de la prueba más dura del mundo.