Del atletismo en Cuba al volei en Vigo

VIGO

Oscar Vazquez

A Daniel Ortega, estudiante, modelo y jugador de voleibol, el deporte le ayudó a integrarse en Galicia

16 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A día de hoy, Daniel Ortega dice que es «medio cubano y medio vigués». De abuelos gallegos, uno de los veteranos del vestuario del Club Vigo de voleibol -aunque solo tenga 22 años- llegó a Santiago a los once años sin querer saber nada de cambiar de país. «Primero vino mi madre y luego viajé yo. No me hacía gracia el cambio, porque como el niño que era significaba dejar atrás el buen tiempo y las playas», recuerda. También le suponía decir adiós al atletismo que hasta entonces practicaba, pero pronto encontraría «una nueva motivación» en el deporte al que se dedica desde entonces. Y que compagina con su faceta de modelo y de estudiante de administración y finanzas.

La madre de Daniel, Okane, era en aquel momento entrenadora de voleibol y le convenció para probar suerte en el Bertamiráns. Hizo caso con algo de desgana, pero pronto cambió de idea. «Me insistían en que tenía cualidades y enseguida vimos que sí, que se me podía dar bien», recuerda. Entre esas cualidades, la que le sigue definiendo. «Se me da muy bien el salto, algo que ni me podía imaginar. ¡Me sigue faltando técnica!», señala el que fue elegido mejor jugador de la jornada de liga hace unas semanas. «Pero prefiero decir que MVP somos todos los del equipo», recalca.

En su primera temporada jugando, recibió la llamada de la selección gallega, la mejor prueba de que no tardó en destacar. Más tarde, y tras un gran papel en un campeonato de España de selecciones en Murcia en la que el combinado gallego firmó una actuación notable, llegó el interés del Club Vigo. «Hablaron con mis padres y me vine para aquí», recuerda. El voleibol le ayudó a sobrellevar el cambio de país, a entablar amistades y a integrarse hasta convertirse en el «medio gallego» que hoy se considera.

Han pasado seis años desde su incorporación al Vigo en los que llegó a tener la oportunidad de debutar en la máxima categoría con el primer equipo antes de que descendiera, hace tres años. Ahora el objetivo no puede ser otro que recuperar la categoría. «Nos pasó como el año pasado, que no empezamos del todo bien, no nos salían las cosas. Pero vamos corrigiendo errores y creo que estamos en el buen camino», dice ejemplificándolo con la victoria del pasado fin de semana ante el segundo clasificado. No titubea al afirmar que el objetivo es ascender: «Somos muy ambiciosos».

Y si para comenzar en el voleibol le animó su familia, con su faceta de modelo, tres cuartos de lo mismo. «Lo típico, mi abuela decía que el nieto era muy alto -mide 1,90- y muy guapo, pero como lo dicen todas las abuelas», comenta restándole importancia. Al final le convencieron también para empezar a hacer sus pinitos en los ratos libres. «De vez en cuando hago fotos o algún desfile, pero lo primero son los estudios y el volei», dice. Su condición de deportista también repercute positivamente al ayudarle a mantenerse en forma.

Admite que entre las tres facetas tiene «todas las horas del día ocupadas», pero si algo no se ha planteado dejar nunca es el voleibol. «Si acaso pensé en dejar los estudios...», dice divertido. No lo hizo, pero mucho menos el deporte que le cambió la vida.