Una vida que no se entiende sin el Alondras

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

María Jesús Fernández comenzó a trabajar en el club a los quince años, nada más acabar los estudios básicos

31 may 2019 . Actualizado a las 12:09 h.

A María Jesús Fernández Pousada medio Cangas (o más) la conoce como «la Mari del Alondras». «Casi es como si fuera propiedad del club», dice la secretaria del equipo, que a sus 57 años, lleva 41 trabajando ininterrumpidamente en el equipo de fútbol del municipio, en el que luego han jugado sus hijos y también ha echado una mano su marido como antes lo hizo su padre. Asegura que su vida no se entiende sin esta entidad y que, aunque muchas veces ha pensado en dejarlo, los motivos para continuar adelante siempre pesan más.

Corría el año 77 cuando se integró en el club para realizar tareas administrativas. Pero aquel no era ni mucho menos su primer contacto con una entidad a la que ya entonces estaba ligado su progenitor. «Íbamos toda la familia a los partidos: mis padres, mis hermanos y yo. Adonde iba el Alondras, allá íbamos nosotros», relata. Y en su caso así ha seguido siendo durante más de cuatro décadas. Calcula que «como mucho» tendría diez años cuando comenzaron a llevarla a los compromisos al Campo do Morrazo. Cuando comenzó a trabajar para el club aún no había cumplido los 16.

Al ser su padre directivo, ella fue la persona ideal cuando se necesitó alguien que echara una mano con las gestiones de un club ya entonces en crecimiento y que hoy cuenta con más de 300 licencias. «Yo terminaba el graduado escolar y tampoco me apetecía mucho seguir estudiando. Hice un curso de mecanografía y me fui para allí. Así fue como empezó todo, prácticamente empezó toda mi vida», cuenta con emoción.

En todo este tiempo ha tenido seis presidentes y es la persona que más tiempo lleva ininterrumpidamente ligada al Alondras. Sus funciones también han ido cambiando. «Al principio era una cría, aunque bastante madura, porque me decían que yo siempre fui mayor», revela divertida. Pero con los años fue adquiriendo cada vez más responsabilidad. «Hago de todo, desde atender el teléfono a encargar los carteles de los partidos o los bocadillos, organizar los horario, los desplazamientos... Parece que no, pero son muchísimas las cosas que hay que hacer para sacar adelante un club como este».

Más allá de que el Alondras supusiera para ella un trabajo, a María Jesús siempre le ha gustado el fútbol. «Me atrajo de siempre, me gustó y me sigue gustando, lo disfruto mucho», comenta. Y asegura que jamás ha sufrido ningún tipo de discriminación por ser mujer, pese a ser en su día prácticamente una pionera. «Yo llamaba por teléfono a la Federación y ya sabían enseguida que era la del Alondras. No había ninguna otra mujer que llamara por aquel entonces», expresa.

En tanto tiempo viviendo el club desde dentro, ha habido tiempo para todo. «Siempre tienes épocas buenas y otras no tanto, pero lo fui llevando siempre bien», recalca. En buena medida, dice, gracias a su buen carácter, que le hace ser una persona que no se tiene problemas con nadie y que si le toca recibir una bronca se pone «el chubasquero para aguantar la tormenta» y seguir adelante. «Yo en el Alondras no digo que no a nada. En teoría voy a la oficina por las tardes, pero si me piden un recado por la mañana, lo hago. ¿Cómo te vas a negar cuando estamos en un club por el que tanta gente se esfuerza sin cobrar un duro y lo pasa mal cuando no hay dinero?», se pregunta. Y concluye que «solo puedes apoyar en todo».

Uno de los motivos por los que nunca se ha planteado en serio dejar el club es su padre, el más orgulloso de verla ahí y de que haya recogido el testigo. «Creo que nunca sería capaz de irme. Él está orgullosísimo de que forme parte del Alondras». Junto con ese, su otro mayor reconocimiento es el cariño no solo de la gente que la rodea ahora, sino de aquella que lo ha hecho durante los años, entre ellos los futbolistas. «Con unos tratas más y con otros menos, a veces algunos me saludan por la calle y no sé bien quiénes son. Pero es una felicidad ver que te dan ese cariño y que tienen un buen recuerdo de ti».

A ella lo mejor que le ha dado el Alondras, dice, son infinidad de amigos. Y a nivel deportivo, le viene a la cabeza lo más reciente: disputar la fase de ascenso a Segunda B la temporada pasada. El mayor sinsabor también es reciente. «Fue el 2 de abril y no se me olvidará en la vida. Alguien que me tenía controlada rompió el cristal del coche y robó 5.000 euros. No pensé que me iba afectar tanto, fue un disgusto impresionante. Me hundió. Fue el peor día de mi vida en el Alondras», rememora con amargura.

Momentos malos aparte, la mejor prueba de que le merece la pena es la larga trayectoria que lleva a sus espaldas. Porque la Mari es del Alondras y, de un modo u otro, así lo seguirá siendo el resto de sus días.