«No hubo que reñir a nadie»

m. v. f / l. m. v. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

El piragüismo retomó la competición con categorías base sin incidencias

07 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Verducido fue el pasado fin de semana el escenario del regreso a la competición del piragüismo en categorías base. Con las medidas de seguridad como elemento imprescindible, los deportistas se pusieron a prueba y, según los presentes, la pasaron con nota. Pese a los miedos iniciales e incluso las reticencias de algunos padres, la jornada se desarrolló sin incidencias, aunque se prolongó durante todo el día (como estaba previsto) para poder cumplir con todos los requisitos.

Admite el entrenador del Ría de Aldán Suso Dacosta que para los técnicos fue «un poco locura», ya que tuvieron que estar a primera hora de la mañana y sin despistarse durante todo el día. Los padres fueron los encargados de llevar hasta Verducido a los pequeños, que una vez allí eran recibidos por sus entrenadores. «De los 10 minutos habituales para el cambio de piraguas, ahora fue una hora entre una regata y otra para que diera tiempo de salir unos niños y entrar otros, evitando cualquier acercamiento», dice.

Entre los participantes también estuvo el Kayak Tudense. «Los deportistas estaban divididos y separados por calles. En ningún momento se llega a tener contacto con otra persona», detalla Estaban Alonso, que destaca también que no se trataba de una competición masiva. Dacosta añade que todo estaba medido al detalle porque también había mucho en juego para la Federación. «Todo estaba muy bien organizado, había personal de seguridad en la entrada y en las gradas por si alguien no llevaba mascarilla, gente en los vestuarios controlando que los chavales se desinfectaran al entrar...», describe.

El imprescindible uso de la mascarilla (salvo en el momento de competir) no siempre es fácil. «Es lo que peor llevaban, pero hay buena concienciación por parte de las familias», comenta Alonso. Lo mismo ocurre en el Ría de Aldán. «No tuve que reñir a nadie para que se la pusiera. Estaban muy atentos para cumplir con todo y lo hicieron a rajatabla», dice Dacosta sobre deportistas con edades comprendidas entre los siete y los once años.

Dudas en los padres

Sí hubo padres que no las tenían todas consigo. «Algunos tenían dudas y hubo que calmarles un poco y explicarles cómo se iba a hacer todo. Pero al final los cuatro que faltaron fueron por otros motivos que no tenían que ver con esto», señala el técnico del club cangués, que tampoco oculta que para él era «una responsabilidad mayor» que asumió con gusto.

En el caso del Tudense, Alonso percibió también «muy buena predisposición por parte de los padres» a que los chavales realizaran la actividad. Les consultaron previamente y la contestación positiva fue predominante entre los progenitores.

Un día a día de entrenamientos que también ha variado

Los clubes llevan ya varias semanas entrenado con las mismas condiciones que se plasmaron en la competición del sábado. «Inicialmente fue muy mecanizado en los horarios, casi sin contacto ninguno y sin coger el kayak», indica Esteban Alonso, del Kayak Tudense. Poco a poco llegó el momento de utilizar gimnasios, vestuarios, «poder permanecer un poquito más de tiempo en la instalación y volver a retomar esas relaciones humanas que se habían perdido con la vuelta a la actividad en esas primeras semanas».

Dacosta admite que la forma de trabajo ha cambiado de manera considerable en el día a día. «Es mucho más laboriosa al tener que desinfectar cada día las piraguas y las palas. Los chalecos los traen de casa para no tener que compartirlos, pero de lo demás nos encargamos nosotros», asume.

En los dos casos, las restricciones de aforo marcan su nueva rutina cotidiana. «Dividimos los grupos en diferentes franjas horarias para que no coincidan, alguna herramienta de trabajo como simuladores aeróbicos de paleo o remoergómetros aún están en casas de los deportistas para dejar espacio en los gimnasios», subraya Alonso.

Todos tienen claro que no se puede bajar la guardia y que hay que seguir siendo extremadamente cautelosos, al menos de momento. «Parecía que iba todo perfecto y ahora vemos casos como el de A Mariña. Es difícil pensar más allá de mañana y por eso cumplimos lo que las autoridades dicen, que nos parece que es el camino correcto. Ponemos todo de nuestra parte para que se cumplan las normas», apunta Alonso.