«Ya no digo que esta temporada es la última para que no me vacilen»

M. V. F. VIGO

VIGO

BALONMÁN CANGAS

El portero Javi Díaz renueva con el Cangas de balonmano con 47 años y nueve kilos menos después de que en febrero se le descubriera una intolerancia al gluten

18 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace algo más de dos años, antes de que estallara la pandemia, Javi Díaz (O Rosal, 1975) tenía decidido retirarse y ya se lo había comunicado al Cangas, un destino al que llegó pensando que no le quedaban ya muchas batallas como portero profesional de balonmano. Este jueves, el club anunciaba su renovación para la que será su quinta temporada en O Gatañal. Y al contrario que en otras ocasiones, admite que no fue difícil convencerle. Todo le invitaba a seguir.

Porque muchas cosas han cambiado en lo colectivo y en lo individual. En lo bien que transcurrió todo en ambas vertientes reside el motivo de un sí contundente a la propuesta de continuidad. «Fue el año más fácil para renovar, sobre todo por cómo fue la temporada. Hicimos un año impresionante, espectacular», celebra. Y un año en el que él disfrutó como hacía tiempo que no lo conseguía. «Me encontré bien físicamente después de mucho tiempo», recalca.

Esa mejora física surgió de forma casual. Llevaba tiempo con una nutricionista, pero no acababan de descubrir los motivos de su malestar. «En las bodas de oro de mis padres, hablando con mi hermano, comentaron que mi ahijado es celíaco y por parte de mi cuñada nadie tenía ninguna intolerancia ni nada parecido», dice. En cuestión de pocos días, ya tenía su propio diagnóstico y a la primera semana sin gluten, ya había perdido 2,8 kilos que acabaron siendo nueve.

Cuenta que el hecho de dar con el problema prácticamente le ha cambiado la vida. «Tenía muchos dolores que pensaba que eran por la edad. Levantarme al baño por la noche era un suplicio: dolor de tobillos, de rodillas... Me costaba Dios y ayuda», rememora. A eso le sumaba retención de líquidos y estar constantemente hinchado. «Lo pasaba mal. En muchos partidos tenía que tomar pastillas para poder jugar sin dolor. Y eso que tengo el umbral alto. Todo era por el gluten», explica.

Antes de saber lo que había detrás, comenzó la temporada 2021/2022 pensando otra vez que sería la última «si seguía así». Pero al descubrimiento de la intolerancia le suma que ve que sigue «aportando», un factor fundamental para él. «El club quiere que siga, me veo con ganas y mucho mejor físicamente y la temporada del equipo fue increíble. Todo ayuda», reconoce. Apenas tuvo un par de charlas con su entrenador, Nacho Moyano, y con la directiva, antes de dar el sí.

Pero que haya experimentado un cambio físico no significa que el panorama que ahora tiene por delante sea de ensueño. Ni mucho menos. «Tengo una edad y tengo achaques. No me cabe duda de que este año también voy a sufrir», advierte. Lo que más le cuesta es recuperar tras las pausas y, de hecho, este próximo lunes se pondrá ya en marcha. «Para mí tendría que ser todo seguido, sin verano ni parón de Navidad», dice entre risas.

«Voy año a año»

La decisión de continuar de Javi Díaz no tiene nada que ver con que se proponga ningún récord, ni personal ni comparado con otros compañeros que han estirado sus carreras más de lo habitual. «No pienso en eso para nada. Diego (Moyano) lo dejó a los 51 y para mí, pensar en cuatro años más es una burrada. Luego igual llego a los 55, pero voy año a año», dice. Lo ve muy lejos porque, insiste, solo él sabe lo que le cuesta recuperar. «Mucha gente piensa que ahora entrenaré menos, y es todo lo contrario. Con 25 o 30 años recuperas rápido; con 47, es otra cosa», subraya.

De todas maneras, la temporada 2022/2023 ya no la comenzará con la idea de que es la última. Se irá viendo. «Ya no lo digo para que no me vacilen. Es la enésima y punto», añade en referencia a su campaña número 23 en Asobal, categoría en la que debutó a los 17 años, hace ya tres décadas. Además, contempla que en cualquier momento puede aparecer una lesión grave que frustre cualquier plan.

Marco, espectador de lujo

El Cangas se ha convertido en un club especial para Díaz no solo porque «siempre te quedas con lo más reciente», sino también porque dice formar parte de «uno de los tres o cuatro mejores vestuarios» de su carrera. En él ha coincidido con el otro portero, Gerard Forns, con quien «no hay competencia», sino que son amigos y está seguro de que el catalán acabará jugando más que él.

Pero el motivo que realmente hace único al Cangas es que es el club donde le está viendo jugar su hijo de cuatro años, que también empieza ya a coquetear con este deporte. El portero cuenta que Marco es reacio a los viajes, a que se vaya lejos. «Cuando hacemos videollamadas, me cuelga. Dice que ‘balonmano no’. Lo que él quiere es verme en casa». Al mismo tiempo, disfruta de lo lindo en O Gatañal igual que su mujer, poco partidaria de que siga. «Disfruta mucho, sobre todo en el vestuario. Cuando baja a la pista, me pide ir allí a bailar».