Los pasos de Martín hasta el oro

MÍRIAM V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

El padre del campeón de Europa sub-18 de baloncesto vigués desgrana su carrera

10 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hijo de jugadores y entrenadores de baloncesto y hermano de jugador, Martín Iglesias (Vigo, 2004) le cogió el gusto a la canasta siguiendo los pasos de este último, Pablo. Fue en el San José de La Guía, desde donde fue dando pasos pequeños y cuando estaba preparado para cada uno. Así llegó al Porriño Baloncesto Base y, hace cuatro años, a su actual club, el Barça. Paralelamente, pasaba por las categorías inferiores de la selección española y el pasado domingo se proclamó campeón de Europa con la sub-18.

Por decisión de sus padres, Martín todavía no habla con los medios de comunicación. «Aunque sea mayor de edad, lo hemos aislado de cualquier factor externo. Es un chico normal y lo primero que tiene que hacer es estudiar», explica su progenitor, Aquilino. Cuenta que están pletóricos con este éxito, pero siguen con su estrategia de mantener los pies en el suelo, de no perder nunca de vista que «solo unos pocos afortunados viven del deporte». Su leitmotiv.

Este era el primer torneo oficial tras la pandemia y Martín acudía «muy ilusionado» pese a los sacrificios que requería. Concentrado durante un mes, en plena ola de calor, sin apenas vacaciones y lejos de los suyos. «El viaje a Turquía era complicado. Hubo pocos padres en la grada. Los niños tiraron de convicción, coraje y unión para sacar adelante la competición de forma óptima», analiza.

A priori, sin grandes individualidades que llamaran la atención —salvo Izan Almansa, matiza—, nadie les daba como favoritos. «Son jugadores con buenas trayectorias en sus clubes y buenas experiencias en selecciones españolas y autonómicas, pero en conjunto, eran una selección normal, con buenos trabajadores», desgrana Iglesias padre. Y recuerda que en los partidos de preparación ya avisaron ganando a Francia y, moralmente, eso influyó. Al final, se convirtieron en «un tapado que no lo era tanto».

Martín, con su hermano Pablo, en su primera concentración con la selección española, en el 2016
Martín, con su hermano Pablo, en su primera concentración con la selección española, en el 2016

Haciendo camino

La medalla no cambia en nada la perspectiva de los Iglesias. ¿Ve su padre que tenga opciones de ser uno de esos afortunados que vivan del baloncesto? «Lo veo igual que hasta ahora, siempre con el freno de mano puesto, con los pies en la tierra y sin dejar volar la cabeza», sentencia. Admite que es una opción que está en el horizonte, que incluso lo han comentado con su agente, «que, por desgracia, hace falta en este mundo», apostilla Aquilino. Pero sabe que puede pasar dentro de un año, tres, cinco o no llegar. «Esto da muchas vueltas y hay que tener suerte, estar en el momento preciso. Lo principal es trabajar, trabajar y trabajar», sostiene.

Y por delante de ello, sus estudios. Tras terminar el Bachillerato, cursará ADE en Barcelona, de donde no se ha planteado moverse de cara al curso próximo. «Está cómodo a nivel académico y familiarizado con los entrenadores, los coordinadores...», señala. Además, como padres, destacan que en la Masía, al menos en su sección, se le concede una importancia a los estudios en consonancia con su planteamiento como padres.

En un partido con el San José de La Guía
En un partido con el San José de La Guía

En los cuatro años que lleva en el club culé, los momentos más complicados de Martín coincidieron con la pandemia. Su padre sospecha que pudo surgirle alguna duda de si volver a casa o no, pero fueron fugaces. «Se le juntaron dos lesiones sin poder venir a casa y fue duro como para muchos críos. Pero lo llevó bien, con la madurez que siempre le ha caracterizado», señala.

Esa madurez le llevó a tomar él cada decisión en su carrera deportiva con apoyo de sus padres. «Fue dando pasos cuando se sentía preparado. Siempre tuvo opciones antes, años previos en los que llamaba gente. Hasta que él quiso, no cambió». Así ha trazado una trayectoria que va a seguir recorriendo al mismo ritmo esperando a ver a donde le lleva. Aquilino lo tiene claro: «Lo importante es que lo disfrute».

Reencuentro con su familia, ya con la medalla al cuello
Reencuentro con su familia, ya con la medalla al cuello