La silicosis, una enfermedad que vuelve rígidos los pulmones

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

Juan Carlos Giráldez, en una imagen de archivo, delante de una de las canteras de granito de O Porriño
Juan Carlos Giráldez, en una imagen de archivo, delante de una de las canteras de granito de O Porriño M.MORALEJO

Esta dolencia se produce por «unas malas condiciones de prevención laboral», según un neumólogo experto

23 jun 2023 . Actualizado a las 11:18 h.

Los municipios de la comarca de A Louriña tienen una incidencia de silicosis fuera de lo común. «Es una enfermedad laboral, no ocurre fuera de ese ámbito, y es consecuencia de trabajar en malas condiciones de prevención», sentencia el neumólogo José Blanco, que atiende en el Hospital Álvaro Cunqueiro la consulta monográfica sobre esta enfermedad.

Los empleados de distintas industrias, en este caso las canteras de granito, aspiran el sílice (dióxido de silicio) que se dispersa al cortar la piedra. Esta inhalación constante provoca una fibrosis, es decir, el tejido de los pulmones se cicatrice, de manera que este órgano pierde su flexibilidad habitual y se vuelve rígido. La capacidad para evacuar el dióxido de carbono de la sangre y transferirle el oxígeno se va perdiendo.

Blanco explica que suele haber un período de exposición de quince años. De alguna forma, los casos de ahora son una fotografía de las condiciones laborales del pasado. «En el año 2005 se hizo un estudio en las canteras y se conoció todo esto, se vio, por ejemplo que más del 50 % de los barrenistas [quienes perforan] tenían silicosis». A finales de esa década las condiciones laborales empezaron a cambiar y la incidencia cayó en picado: se empezó a utilizar agua para el cortado, que evita la difusión del polvo de sílice, los operarios trabajan desde cabinas, y las máscaras de protección. «Ahora tenemos pocos casos nuevos, una decena al año, aunque no debería haber ninguno», explica el neumólogo.

En el registro que él lleva hay 800 nombres, de los que cerca de medio millar han desarrollado la enfermedad. Los médicos distinguen entre la silicosis simple y la complicada. La primera son los casos leves, con nódulos inferiores a un centímetro. Muchas veces se detectan porque en el sector se practican radiografías frecuentes de control a los trabajadores y en ellas aparecen pequeños nódulos. José Blanco cree que en ese momento hay que apartar al trabajador para que no siga exponiéndose, pero defiende que se haga en condiciones dignas, no a costa de perder el empleo y el sustento.

La otra mitad son los casos graves. Son pacientes que ya tienen síntomas de distinto grado, como tos, dificultad para respirar o fatiga, y en los que las radiografías ya suelen mostrar las lesiones.

El problema es que no hay tratamientos específicos. Entonces los neumólogos tienen que utilizar terapias más generales, que ya se emplean para paliar los síntomas de otras enfermedades, como oxígeno o broncodilatadores. Sin nada que cure, muchas personas están abocadas al trasplante. «Hemos tenido una mortalidad del 10 %, y en esa franja de edad [entre 50 y 60, como Juan Carlos Giráldez, que tenía 54] no se muere el 10 % de la población».

Además, aunque dejen de estar expuestos al sílice, hay un 30 % de los casos en los que la enfermedad sigue evolucionando, sin que se sepa con claridad por qué. Blanco postula que a la exposición al polvo hay una susceptibilidad individual que hace que algunos individuos vayan peor.