A Japón para emular a las mejores

míriam v. f. VIGO / LA VOZ

A GUARDA

CEDIDA

La yudoca Tecla Cadilla relata su experiencia de dos semanas en Yokohama para perfeccionar su técnica

29 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Me queda mucho por delante. Las cosas salieron bien, pero hay que pensar en lo que viene». Eran palabras de la yudoca Tecla Cadilla (A Guarda, 1995) en el 2015, después de lograr su primer gran éxito internacional, la plata en el Europeo Júnior. Esa idea constante de mejorar y evolucionar lleva guiando su trayectoria deportiva desde que se inició en la disciplina a los once años. Y es la misma meta que le ha llevado a cumplir el sueño de viajar a Japón para empaparse de la técnica de las mejores.

«Quería ir allí desde siempre», confiesa la deportista guardesa, que tiene claro que el país nipón es «el mejor sitio del mundo para aprender yudo». La opción de desplazarse allí y pasar dos semanas surgió a través de la Federación Gallega y, más concretamente, del entrenador Carlos Montero. Él había estado allí con otros grupos en ocasiones anteriores y fue la persona que consiguió que esta integrante del Judo Baixo Miño se beneficiara de un convenio con la Universidad de IPU, en Yokohama, junto a un grupo de más deportistas españoles.

La experiencia no ha defraudado a Cadilla, que iba con unas expectativas muy altas que se han visto más que satisfechas. «Hemos entrenado en la universidad junto con otras 40 chicas japonesas de muchísimo nivel. No me ha sorprendido ver lo que eran capaces de hacer porque por las referencias que tenía y lo que me habían contado sabía que me iba a encontrar algo así», expresa la joven. «Por eso tenía tantas ganar de poder entrenar con ellas», agrega.

Cadilla ha realizado muchos viajes, sobre todo para competir, en los que ha convivido con deportistas de todos los países, pero sabía que este iba a tener poco que ver. «No me daba miedo viajar tan lejos, también hemos ido a entrenar a otros sitios y esto es parecido. Pero a la vez diferente porque sabes que vas a estar con las mejores y que también va a ser una experiencia muy exigente», revela.

Viajó con la idea de ser una esponja, observando y tratando de imitar todo lo que veía, y fue exactamente lo que hizo. «Está claro que después de vivir algo así vuelves siendo mejor deportista, te aporta muchas cosas y te permite pulir muchísimos detalles. Ha sido una oportunidad única para poder aprender de las mejores», agradece.

Otra manera de vivir el yudo

Pero al mismo tiempo que ha disfrutado de una manera diferente de vivir su deporte, también le ha supuesto un gran esfuerzo, algo a lo que también está acostumbrada. «Las rutinas cambiaban un poco de un día para otro, pero en general empezábamos a entrenar a las 6.45 y por las tardes a las 16.50 con un total de unas cuatro horas diarias», especifica. En el tiempo libre, especialmente los fines de semana, aprovechaban para ir a la ciudad, visitar sitios y relacionarse con la gente fuera del ámbito deportivo. «No paramos, sobre todo estuvimos en el tatami, pero el tiempo que pasamos fuera pudimos conocer sitios muy bonitos en la ciudad y los alrededores. Las chicas son simpáticas y muy amables, pero también más serias que nosotras», señala la yudoca guardesa.

El inglés fue el vehículo de comunicación principal, aunque Tecla y sus compañeras también hicieron sus pinitos con el idioma del país que visitaron. «Nos fueron enseñando algunas palabras, pero sobre todo en inglés», admite divertida. Mientras no descarta la posibilidad de volver en el futuro -le encantaría poder repetir-, espera que lo aprendido le sirva para la cita más inmediata que tiene en mente, el europeo sub-23 de noviembre.