El mazarico acopia alimento para un viaje de 5.000 kilómetros

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

MOAÑA

XOAN CARLOS GIL

La ocupación de playas en primavera supone la expulsión de las aves migratorias que necesitan tranquilidad

23 abr 2018 . Actualizado a las 13:19 h.

Tras meses de lluvia y cielo gris sale el sol y sube la temperatura. Es la señal esperada. La playa nos llama y, obedientes, acudimos a la llamada en tropel. Semejante concentración humana tiene efectos colaterales y aunque debería haber sitio para todos, en realidad, nuestra llegada lleva implícita la expulsión de quienes estaban allí antes. El protagonista que nos sirve de ejemplo es un mazarico chiador (Numenius phaeopus, para los entendidos) que se encontraba esta semana mariscando por Moaña.

Se trata de un ave limícola, que como su nombre indica busca su alimento entre el limo del litoral. Su característica más distintiva, ese largo pico curvado, es un prodigio de adaptación al medio, una herramienta minuciosamente diseñada para capturar bichitos y plantas de la zona intermareal. El problema es que nuestros primos necesitan estos días hacer acopio de alimento porque en breve se van a pegar un viaje de 5.000 kilómetros hacia el norte para regresar a sus cuarteles estivales en los que crían, pero este proceso necesita tranquilidad y justamente eso es lo que no tienen actualmente.

Nuestros mazaricos chiadores contaban con una ventaja temporal: la temporada de verano, con su correspondiente invasión de sus zonas de refugio, cría y en el caso de nuestro amigo de alimentación antes de volver a Islandia empezaba, con un margen muy ajustado, cuando terminaba su ciclo vital más vulnerable. Tristemente, cambio climático mediante, eso se terminó. La afluencia masiva a las playas ya se produce antes del inicio de su época de cría. Sumemos a ello la destrucción de sus hábitats y no resulta complicado llegar a la explicación del motivo por el que estos bichitos están en el listado de las especies amenazadas.

Quizás podríamos plantearnos proteger algunas playas importantes para las aves (tanto migratorias como residentes) y hacerlo al menos en este período primaveral, pero ni siquiera somos capaces de hacerlo, con la honrosa excepción de Sálvora, en el teóricamente más protegido de nuestros espacios naturales como es el Parque Nacional de las Islas Atlánticas. ¿Se imaginan la playa de Rodas y Figueiras en Cíes declaradas zona de reserva integral? Deberían serlo pero no se preocupen, ni a la Xunta ni a la dirección del parque nacional se les ocurrirá hacer semejante cosa aunque el objetivo fundamental de esa figura administrativa sea conservar la naturaleza.

Por lo tanto, podemos imaginar lo que sucede en el resto de playas que carecen de protección ni siquiera sobre el papel. Es tan meritorio como insuficiente instalar, al menos, unos postes con alambres que delimiten lo que nos queda de vegetación dunar para intentar impedir el pisoteo de esas zonas extremadamente frágiles y el último refugio de las aves limícolas. Que dichas barreras sean sistemáticamente ignoradas por las personas es lamentablemente frecuente. Y no digamos los perros sueltos espantando a las aves ante el regocijo de sus dueños viendo como «juega el perrito» persiguiendo a los pájaros. Para esas aves que están al límite de su supervivencia, estimados propietarios de perros (y el firmante tiene perro) no es ningún juego: es un superpredador suelto intentando cazarlas. Para nuestros mazaricos y sus primas aves litorales es una cuestión de vida o muerte.

Al menos podemos poner algo de nuestra parte con sencillos consejos. Procuremos no molestar a las aves que veamos en el litoral. Procuremos desviar un poco nuestros paseos manteniendo una distancia prudencial para que no se sientan amenazadas. Controlemos al máximo a nuestras mascotas, procuremos no pisar nunca las zonas con vegetación cercanas al mar, especialmente las dunas. Sobre todo, pensemos que nuestras amigas limícolas y acuáticas solamente necesitan unos días más de tranquilidad, algunas para iniciar su migración y otras para completar su cría. Si conseguimos una coexistencia amable estos días estaremos, literalmente, salvando muchas vidas. Recuerden que nosotros tenemos muchas opciones de ocio pero ellas no pueden vivir en ningún otro lugar.