«Vigo le debe el Mundial de Fútbol al concejal Leri. Era todo un fenómeno»

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Miguel Font formó parte del equipo de técnicos del Concello que tuvieron que pedir un crédito a su nombre para poder llevar a cabo la reforma de Balaídos

10 may 2017 . Actualizado a las 00:41 h.

Vigo fue una de las sedes importantes de Copa Mundial de Fútbol de 1982. La candidatura se había impulsado inicialmente en la época del regidor Joaquín García Picher y el comité organizador la aprobó antes de que Manuel Soto se convirtiese en el primer alcalde de la democracia y nombrase concejal de Deportes a Antonio Nieto Figueroa. «Vigo le debe el Mundial a Leri, era todo un fenómeno», afirma tajante Miguel Font, que era arquitecto técnico del Concello desde 1972 y que formó parte de la comisión para la reforma de Balaídos.

Para que el viejo estadio municipal cumpliese con las exigentes condiciones para acoger un Mundial tenía que llevarse a cabo una profunda reforma. «Hicimos unos trabajos previos técnicos que había que presentar en Madrid. Allí había una comisión que presidía el arquitecto De La Quadra Salceda, hermano del aventurero. Era un tipo serio y exigente», relata Font, hoy jubilado y que es socio del Celta desde que tenía 5 años.

Cuando Soto llegó a la alcaldía había que ejecutar el proyecto arquitectónico. «Quería que la reforma de Balaídos la hiciese una figura y propuso a José Bar Boo. Este arquitecto quería cobrar 20 millones de pesetas y Madrid dijo que el presupuesto de toda la obra, incluidos los honorarios de los técnicos, ya estaba cerrado y presupuestado y solo incluía 3 millones para el arquitecto y los técnicos». Para pagar lo que pedía Bar Boo había que recortar de otras partidas y «eso el comité presidido por De la Quadra Salcedo no lo contemplaba», relata Font. Así que el proyecto recayó finalmente en el arquitecto municipal, Enrique Acuña, y sus dos ayudantes, Paulino Pampillón y el propio Miguel Font.

Les pidieron tres cosas para adecuar el estadio: una nueva grada de Río para 15.000 espectadores que cumpliese los requisitos de la FIFA, un centro de prensa y la renovación del césped. A Pampillón le encargaron todo lo relativo a la zona de prensa y a él la grada de Río, mientras que Enrique Acuña se encargaba de la dirección y coordinación de todo el proyecto. El diseño del centro de prensa se convirtió en objeto de polémica. Iba a construirse frente al estadio sobre pilotes. «Parecía un ovni y al final no se hizo, sino que se habilitaron para los periodistas los bajos de Río», recuerda.

La obra tenía un presupuesto de 487 millones y, para empezar, el Concello tenía que adelantar parte del dinero. «El alcalde no quería ponerlo y nos obligaron a los tres técnicos a ir a la Caja para que nos firmase un crédito personal. Fuimos en compañía de todos los concejales, que nos avalaban, y firmamos el crédito con Gayoso».

La obra se adjudicó a la constructora Hispano Alemana, del grupo Rumasa. El 5 de febrero de 1981, el concejal Leri colocó la primera piedra de la reforma y La Voz de Galicia daba cuenta del contenido de la carta que el edil depositó en una arqueta: «Ni los trucos, obstáculos y todo tipo de farsas políticas al uso han impedido que mi querida y fabulosa ciudad iniciase en el día de hoy las obras de remodelación de este Stadium, a fin de dejarlo en óptimas condiciones y convertirlo en prestigioso lugar y escenario único del campeonato».

Con los 487 millones de presupuesto se hicieron muchas más cosas de las previstas. Debajo de la grada de Río se construyeron dos pabellones polideportivos, seis canchas de squash, otras seis de bádminton y una pista de cuatro calles y 120 metros de longitud. Además se canalizó el río Lagares por debajo del estadio. En la pista de atletismo, situada frente al estadio de fútbol se colocaron gradas abiertas y vestuarios. En el diseño del campo se respetaron las medidas de seguridad que se exigían entonces y se construyó un túnel que comunicaba Tribuna con Río y daba salida al campo por detrás de la portería.

El proyecto generó tensiones con Madrid, donde gobernaba todavía la UCD, y el alcalde amenazó con que la corporación no acudiese a los partidos. Font señala que hubo modificaciones en el proyecto por deseo del alcalde. La cubierta de Río se hizo metálica, lo que la abarataba. Igualmente, Soto pidió que con cargo al presupuesto se contratara una escultura que costó tres millones de pesetas. «Eran unos aros olímpicos rotos que fueron retirados hace unos años por Caballero».

En Balaídos jugó la selección de Italia y, aunque en Vigo no ganó ninguno de los tres partidos, se hizo finalmente con el Mundial.