El ropero cierra en verano porque las voluntarias cuidan a sus nietos

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Las dependencias de Cáritas parroquial se ven afectadas cuando no hay colegio

05 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la puerta del ropero de Cáritas parroquial en María Auxiliadora, el más grande de Vigo, un cartel avisa de que permanecerá cerrado hasta el 13 de septiembre y ruega que no se dejen las bolsas de ropa en la calle. El motivo de echar el cerrojo es la falta de voluntarios. Dieciséis de las veinte personas que habitualmente desarrollan su trabajo de forma altruista son mujeres jubiladas y con la llegada de las vacaciones tienen una nueva actividad: cuidar a los nietos.

«Cuando acaba el colegio, en las vacaciones de Semana Santa, Navidad y verano, nos quedamos sin voluntarias y por eso decidimos cerrar. Abrimos coincidiendo con el período escolar. Por ejemplo, ahora, en verano cerramos del 21 de junio hasta que empiezan las clases en septiembre. Con solo tres o cuatro que quedamos no daríamos abasto», explica el responsable José Manuel Jardón. Añade que la proporción de mujeres siempre ha sido muy superior a la de hombres. Como el resto de personal, él también es voluntario, en este caso, desde que se jubiló en PSA Peugeot Citroën. Reconoce que los pocos hombres que colaboran con el ropero no suelen cuidar a los nietos y que algunas mujeres también tienen a su cargo alguna persona mayor.

La mayoría de las familias se ven desprotegidas al terminar el curso escolar. La falta de alternativas públicas hace que tengan que recurrir a los abuelos mientras trabajan. Alegan que la oferta de campamentos, como mucho, soluciona el problema durante una semana.

El ropero de María Auxiliadora seguirá funcionando a pesar de la instalación de contenedores en distintos puntos de la ciudad. La decisión tienen que ver con el hecho de que se trate del más grande en superficie y en cantidad de prendas. Al cabo del año viste a más de tres mil personas de Vigo y de otros municipios del entorno. «Ahora nos dan lo de invierno, lo seleccionamos y ponemos en cajas para que esté listo cuando lleguemos en septiembre y pueda venir la gente a recogerlo. Es el mismo ciclo que en las casas. Al empezar el curso vienen a por la ropa para el colegio», indica Jardón.

Casi la mitad de la ropa entregada necesita reciclarse

Casi la mitad de las prendas que se recogen en el ropero de María Auxiliadora se encuentran en mal estado. En ese caso se envían al almacén que tiene Cáritas Diocesana en Gandarón para desde allí trasladarlas en camión a la planta existente en la ciudad vizcaína de Munguía. Allí, una empresa de inserción laboral de la misma organización religiosa se encarga de la selección. Las que tienen posibilidades se lavan, se cosen o se les da un aire en lo que haga falta. Las que no son utilizables se reciclan y aprovechan para farrapos u otros usos. Los nuevos contenedores admiten ropa, calzado y complementos, «incluidas joyas», dice de broma el responsable, Ángel Dorrego. En general, la ropa de mujer está en mejor estado que la de hombre, algo que desde Cáritas explican por usarla menos y cuidarla más. Como ejemplo, citan el caso de los pantalones. De esta prenda se entregan muchas más unidades de mujer que de hombre.

Ocho mil kilos en los nuevos contenedores

Después de casi dos años gestándose, el proyecto de Cáritas Diocesana de Tui-Vigo para la recogida de ropa usada a través de contenedores ya es una realidad. En total, se han instalado treinta colectores en las puertas de la mayoría de las parroquias, asociaciones de vecinos, dos gasolineras, mercados, el centro comercial Gran Vía, el colegio Apóstol Santiago y los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres de Teis,

Aunque la primera valoración oficial se hará dentro de un mes, en los primeros diez días de uso se han recogido en torno a ocho mil kilos de ropa. La idea es poder recabar en torno a veinte toneladas al mes para llenar un camión. Para ello Cáritas tiene que colocar otros treinta contenedores, que se sumarán a los actuales. La mayor dificultad es encontrar espacios en los que ubicarlos. De momento no los puede poner en la vía pública al no ser una concesión municipal. La organización religiosa ha esperado durante un tiempo por el concurso público del Concello y ante los sucesivos retrasos, ha decidido empezar por su cuenta en lugares privados.

«En seis meses aproximadamente nos sentaremos a hacer números y sabremos si es viable. Tiene que haber material porque si no, no es sostenible. Para la nave ya tenemos licencia del Concello y ahora esperamos que la Xunta nos envíe la autorización para los residuos y el protocolo. Nos hemos guiado por el patrón que han hecho los demás», comenta el encargado del proyecto Ángel Dorrego.

En principio, los contenedores se instalarán en Vigo y una vez que se conozcan los resultados, se estudiará la posibilidad de extenderlos a otros municipios de la misma diócesis.