28 jul 2017 . Actualizado a las 19:22 h.

Cuando pensamos en música y Navidad, recordamos la Sala Dorada de la Musikverein de Viena, donde cada 1 de enero el público aplaude al compás de la marcha Radetzky. Es el famoso Concierto de Año Nuevo, retransmitido en cada edición a 54 países y a mil millones de espectadores con resaca.

Aquí lo más parecido será este año la función de ?El lago de los cisnes? programada el 30 de diciembre en el Auditorio Mar de Vigo. La entrada cuesta 30 euros y, por lo visto, no es cara. Una semana más tarde, en el Kursaal de Donosti cuesta 43. La alternativa, más económica, es subir al Castro y tararear a Tchaikovski mientras echas pan en el estanque de los patos.

Vigo no puede competir con Viena en el terreno de la música culta. Sin embargo, en la arena del pop-rock es probable que ganemos por goleada a la capital de Austria.

Estamos en temporada alta de ya clásicos conciertos, como los de Siniestro Total en La Iguana, sala que también celebra su fiesta de aniversario. Otro tanto sucede con los dos pases de Elio dos Santos y Tony Lomba, quien este año se traviste de Donald Trump. También es una tradición el concierto navideño en La Fábrica de los hermanos Cunha. Y todos los años surgen iniciativas solidarias, como el festival que organizó el miércoles la ONG Entreculturas en el teatro Afundación, con Nico Pastoriza, Ari Magrite, Eladio Santos y Villanueva.

Así que no tenemos aquí un Musikverein donde bailar el vals y dar palmas con la marcha Radetzky. Pero a ciudad musical pocos nos ganan. Prácticamente, ni Viena, donde al fin y al cabo el Danubio baja tan azul como aquí lo hace el Lagares.