«Yo aún sigo diciendo Zeltia y seguimos siendo gallegos, eso no ha cambiado»

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

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M.MORALEJO

José María Fernández Sousa, presidente de la biotecnológica nacida en Vigo, logró que se aprobase por primera vez en el mundo un antitumoral de origen marino

18 sep 2017 . Actualizado a las 23:32 h.

Hay muchas clases de bichos y acabar con ellos es el visionario negocio que dio origen hace 76 años, en una oficina de la calle Príncipe de Vigo, al grupo Zeltia, hoy convertido en la multinacional biotecnológica Pharmamar, especializa en medicamentos contra el cáncer.

En agosto del 2001, la compañía viguesa protagonizó varias portadas de La Voz de Galicia, con titulares que hablaban de un grupo pionero en la lucha contra el cáncer, porque nadie hasta entonces se había atrevido a competir con los gigantes del sector elaborando anticancerígenos a partir de moléculas extraídas del fondo del mar. Ese año, la antigua Zeltia arrancaba la carrera para intentar sacar al mercado su primer fármaco, Yondelis, que hoy se vende en 70 países, mediante una alianza con la multinacional estadounidense Jonhson & Jonhson.

Hace dos años que la matriz gallega del grupo cambió su sede social en Madrid, pero las raíces siguen bien aferradas en Galicia, en donde sigue la división química (Xylazel y Zelnova, agrupadas bajo la marca Zeltia), y en donde están centenares de sus accionistas minoritarios.

«No ha cambiado nada, yo aún sigo diciendo Zeltia y seguimos siendo una compañía gallega. La mejor prueba es que nuestra junta general de accionistas se sigue celebrando en Vigo», afirma el presidente del grupo, José María Fernández Sousa, licenciado en Químicas y doctor en Bioquímica, a la vez que propietario del 11 % de la sociedad.

Sobre aquellos años recuerda las muchas dificultades con las que se encontraron cuando Europa tumbó en el 2003 la aprobación de Yondelis (lo autorizó en el 2007). «Nunca pensé en tirar la toalla, pero tuvimos que hacer una reestructuración muy importante, y nos desprendimos de mucha gente, de cien personas, para tener dinero para un segundo ensayo clínico y una segunda oportunidad, que salió bien», relata.

«Sabía que funcionaba»

Sobre aquel rechazo que tambaleó a la compañía revela que fue por tan solo un voto de un total de 15 países. «La EMA (Agencia Europea del Medicamento) recibió cartas de expertos en sarcoma de Alemania, Italia, Francia, Bélgica... diciendo que Yondelis funcionaba. Me acuerdo que era el caluroso verano del 2003 y me invitaron a visitar pacientes. ‘Vuestro fármaco funciona’, me decían. Uno me llegó al alma cuando me agarró y me dijo: ‘De no existir Yondelis yo no estaría aquí’. Sabía que Yondelis funcionaba, y lo vi».

Lo vio todo el mundo, y la autorización de Yondelis catapultó a la compañía al mercado mundial de la industria contra el cáncer. Eso hizo que en junio del 2015 Zeltia acabase diluida en la fórmula del éxitos de Pharmamar. Con el antitumoral Yondelis, la filial se puso la cabeza del grupo aportando el 90 % del valor de la compañía y marcando el camino a seguir, que no es otro que el del mercado oncológico.

El cambio era obligado y Pharmamar se puso al frente del grupo diluyendo a Zeltia, cuya huella permanece en la runa celta del logotipo en la imagen corporativa.

«Yondelis ha sido un hito. La primera vez que se aprobó un fármaco español en Europa y la primera vez en el mundo que se aprobó un antitumoral de origen marino», asegura el presidente de la compañía.

«Hemos ido cumpliendo nuestros objetivos. Todo lo que decíamos que iba a suceder, ha sucedido, como la salida a los mercados de Estados Unidos y Japón», reflexiona José María Fernández Sousa.

«He soñado mucho más»

Y lo mejor está por venir. La compañía de origen gallego espera para noviembre la licencia para lanzar al mercado Aplidin, su segundo fármaco tras Yondelis. Mientras, su fármaco estrella, Zepsyre, con el que esperan ventas de más de 1.000 millones a partir del 2020, quema etapas a buen ritmo antes de su lanzamiento.

«He soñado mucho más», afirma cuando se le pregunta si no le da vértigo ese gran salto al mercado. «Hemos llegado hasta aquí sin pruebas de que en el mar podía haber antitumorales, sin experiencia y sin mucho dinero. Ahora la prueba está ahí, tenemos experiencia y el dinero de nuestras ventas», concluye.