La amapola gana espacio en Vigo

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

Su presencia masiva es indicador del abandono del rural

18 jun 2018 . Actualizado a las 23:42 h.

CHEQUEO AL MEDIO AMBIENTE la gestión de residuos

Solo quedan unos días de primavera y, por lo tanto, despediremos un año más a una hermosa amiga silvestre cuyo ciclo vital empieza y termina con esta estación. La mapoula o amapola no es una planta discreta, especialmente cuando comienza a florecer. En las combinaciones de colores nada destaca más que el contraste entre tonos rojos y verdes y así, a principios de primavera, los pétalos de un rojo intenso de las amapolas resplandecen en medio de los prados verdes. Crece discretamente desde una base con hojas dentadas cubiertas de pelillos de los que sale un largo tallo delgado que llega al medio metro de altura. Ahí termina la discreción. A continuación se abren los cuatro delicados pétalos rojos que la hacen inconfundible. A nuestro alrededor podemos ver dos amapolas diferentes (papaver dubium y papaver rhoeas) y el truco para diferenciarlas es que la primera tiene los pétalos más anchos que largos y su hermana, al revés.

Como muchas de sus primas, las amapolas son tóxicas para algunos animales y comestibles para otros. Nosotros estamos en el segundo grupo y desde siempre las tuvimos muy presentes porque son plantas directamente relacionadas con la actividad humana. Los usos medicinales se centraban preferentemente en sus pétalos con los que se hacían infusiones sedantes aunque, en contra de la leyenda, sus efectos no eran gran cosa. Sus semillas se añadían a las masas de pastelería como condimento; con sus hojas se elaboraban recetas culinarias siempre hervidas previamente para eliminar sus alcaloides. Como siempre recomendamos precaución y asesoramiento experto. Sobre este aspecto conviene recordar que la amapola adormidera, la que contiene morfina y de la que se extraía el opio, que tan mala fama supuso para esta planta, no es ninguna de las especies que viven aquí.

El desarrollo urbanístico de Vigo y el abandono de las actividades tradicionales del rural vigués nos privan en parte del espectáculo pues nuestras amigas crecían asociadas a los cultivos de cereales y ya nadie cultiva ni trigo ni centeno en nuestro entorno. A las amapolas les gusta que la tierra donde viven sea dinámica y en constante movimiento, y eso se lo proporcionaban las tierras de cultivo estacional, cosa que no siempre le resultaba simpática a quienes las cultivan. Nos queda el triste consuelo de verlas de forma cada vez más abundante en sus territorios residuales, algunas en las cunetas y bordes de los caminos, otras en pequeñas parcelas de jardines abandonados y en los laterales de las cada vez más escasas huertas pues esta flor, que nos pinta el paisaje de color y nos anuncia la llegada de la primavera, es considerada una mala hierba entre otras cosas por su estrategia de defensa fundamental: la dispersión. Una sola amapola produce miles de semillas que, a su vez, pueden estar durante años en el suelo esperando la oportunidad de germinar. Es la paradoja de las amapolas: son flores que embellecen el paisaje y, al mismo tiempo, su presencia de forma masiva es un indicador del abandono del medio rural y por eso en el entorno de Vigo, donde no fueron especialmente abundantes, empiezan a ser cada vez más comunes y, dada su resistencia a los herbicidas y pesticidas, incluso empiezan a colonizar el casco urbano..

CHEQUEO AL MEDIO AMBIENTE Planta DE PRIMAVERA