La Alameda pasa a llamarse Plaza de Compostela

La Voz

VIGO CIUDAD

Fue en 1935 durante un hermanamiento con Santiago

13 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La alameda existe desde las primeras décadas del siglo XIX, pero el nombre de plaza de Compostela le fue dado el 13 de octubre de 1935. Fue durante un acto de confraternidad con la ciudad del Apóstol, con la que Vigo mantuvo un vínculo fortísimo durante siglos. Tan fuerte, que pertenecía a la jurisdicción del arzobispo compostelano y era este quien nombra a su juez y regidores. De hecho, cuando Vigo se liberó de este señoría, la primera decisión del Ayuntamiento fue retirar de su escudo la concha compostelana y sustituirla por un olivo.

Pero aquel domingo, Vigo se dispuso a vivir una jornada de hermanamiento, que tuvo como principal acto el cambio de nombre de la Alameda. La corporación presidida por Emilio Salgado Urtiaga había decidido otorgarle al céntrico parque el nombre de Plaza de Compostela.

La jornada fue preparada por el Ayuntamiento, que contó con la colaboración del Centro Compostelano de Vigo. Los organizadores invitaron a la corporación y otras instituciones santiaguesas. En los días previos se sucedieron los mensajes de cariño entre las dos urbes gallegas. «Santiago, que no repara en sacrificios cuando se trata de demostrar este cariño que a su vez siente por Vigo...», decían desde la ciudad del Apóstol. «Los lazos de amistad con Compostela se reforzarán con los actos de estos días», se contestaba desde las orillas del Atlántico.

Antes de las doce de la mañana llegaba a la estación de ferrocarril de Vigo un tren especial ocupado por cientos de santiagueses. Junto a los vigueses, que acudieron a recibirlos, formaron una manifestación que recorrió las calles García Hernández (Urzaiz), Galán (Príncipe) y Puerta del Sol para concluir en la casa consistorial. Tras ser recibidos por el alcalde, la manifestación, encabezada por las bandas de música de Vigo y Compostela, se dirigió a la Alameda.

Emilio Salgado Urtiaga descubrió la artística lápida que hoy en día se puede ver cerca de la esquina con la calle de García Olloqui. No lejos de allí, en el Hotel Continental, tuvo lugar el convite, en el que se dijo que Vigo era una ciudad hecha a sí misma que había logrado recibir a barcos de todo el mundo, cuyos turistas enviaba a Santiago de Compostela. «Vosotros sabéis bien que hemos sido los primeros en llevaros esos contingentes de turistas que aquí arriban a admirar vuestras sin igual bellezas arquitectónicas», afirmó el alcalde vigués. «Levanto mi copa por la prosperidad de la ciudad hermana y por la salud de sus dignísimos representantes», le contestó el regidor compostelano. Aunque oficialmente, el Museo Municipal Quiñones se inauguró en 1937, aquel Día de Compostela en Vigo se abrió al público «las salas de arte del museo, en las que hay instalados varios cuadros», se podía leer en El Pueblo Gallego.

Unas semanas antes, Sánchez Cantón, presidente del Patronato del Museo de Castrelos, lograba, con el apoyo de Antonio Palacios, que la dirección del Museo del Prado cediese dieciocho cuadros de sus fondos para ser expuesto en sus salas. Se podía leer en la prensa que la visita a Castrelos conllevó la inauguración del busto del marqués de Alcedo. La obra había sido esculpida por el gallego Santiago Bonome algún tiempo antes.

El Ayuntamiento de Vigo ofreció un té a sus invitados en el pazo de Castrelos «muy bien servido por el Savoy». A las nueve de la noche partía de la estación de ferrocarril viguesa el tren especial que devolvía a la ciudad de Santiago a la expedición compostelana.