El renacimiento del remo olímpico vigués

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

La desaparición de la sección del Náutico llevó a los antiguos miembros a impulsar la creación del club

10 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevan solo unos meses como Club Remo Vigo, pero en realidad la historia de esta entidad de nueva creación viene de mucho más atrás. Sus impulsores proceden de la extinta sección de remo olímpico del Náutico de Vigo y dieron el paso de lanzarse a este nuevo proyecto cuando se decidió dar carpetazo al anterior. Al frente, entrenadores que llevan toda una vida vinculados a este deporte, entre ellos Celia Cabrera, que comprobó en sus carnes de niña cómo «aquí o no aguantas tres meses, o te quedas toda la vida».

Ella pertenece al segundo grupo, aunque con una etapa de parón por el medio. Fue en el momento en que sus hijos comenzaron a remar cuando ella lo retomó tanto en la faceta de deportista como en la de entrenadora, para la que se había formado años atrás. Ahora se encarga de los más pequeños del club, desde los ocho años o, en ocasiones, algo antes. El aprendizaje comienza con las yoletas, barcos más estables para un contacto inicial. «Lo primero es enseñarles movimientos en tierra y las partes del barco, que sepan qué es el repaleo, y algunas cuestiones técnicas antes de practicar, que es la mejor manera», precisa.

En los inicios ensayan los movimientos agarrados hasta que van cogiendo la soltura necesaria. «Ahí se les sigue con la zódiac o la tabla de pádel para ir corrigiendo. A algunos les falta un poco de coordinación, pero según cogen el movimiento empiezan a ir solos», dice Cabrera. Considera que la suya es una disciplina «muy técnica» y que requiere paciencia. «Por ejemplo en el atletismo, tú te pones y corres, lo hagas mejor o peor. Aquí tienes que pensar en las manos, aprender a girar, cómo colocar la espalda para no hundirte... Es un deporte completo donde participa todo el cuerpo, de los pies a las muñecas, por eso el proceso puede resultar un poco lento», admite.

Entre las cualidades que más ayudan a sobresalir están la altura, la envergadura y la fuerza, pero ninguna de ellas llega a ser determinante si falta lo que Cabrera entiende que es la clave real, «la capacidad de esfuerzo y sacrificio». Lo ejemplifica con una de las figuras del remo gallego. «Tenemos el caso de Zunzunegui, que fue olímpico y estuvo a un gran nivel sin ser alto ni nada de eso que podía parecer importante». A cambio, tenía «mucha cabeza, que es más del 50 %. La motivación es lo más importante», considera.

Los entrenamientos varían en función de la categoría, con los alevines acudiendo «un solo día a la semana a jugar» y la intensidad subiendo a partir de ahí. «Con los más pequeños trabajas algo de coordinación y les enseñar el ergómetro. Ya con los infantiles empiezas a incidir en la fuerza, pero con su propio peso, y desde cadetes tienen un calendario más exigente hasta que en juveniles y sénior ya entrenan cinco días a la semana», detalla.

Aunque el agua es lo más atractivo, hay mucho trabajo en seco de gimnasio. Hay condicionantes como la climatología o la luz que influyen en ese sentido, así como el espacio del que disponen en las instalaciones donde trabajan. «Una vez al mes intentamos irnos todos al Miño porque en Bouzas tenemos mil metritos y en cuanto sacas barcos grandes como un ocho se hace muy corto», comenta. Estas iniciativas sirven también para fomentar uno de los valores fundamentales del club, indica Cabrera, la convivencia.

No niega la entrenadora que cuando se habla de deporte, los resultados también cuentan y son importantes. O al menos en el Remo Vigo lo entienden así. «Siempre te motiva buscar unas metas que sean lo más altas posibles y trabajas para conseguirlas», sostiene. Si bien «no hay prisa» por que lleguen. «Si buscas resultados a corto plazo acabas cayendo en traer gente de fuera y nuestra prioridad es otra: hacer cantera y que disfruten remando», afirma. La totalidad de sus miembros son de Vigo y su área.

La captación de niños no es tarea sencilla porque «la oferta deportiva es creciente y este es un deporte minoritario y a veces desconocido». Hasta el punto de que en ocasiones se les acerca gente que «no sabe lo que es, cree que es banco fijo o piragüismo, algo les suena pero no lo conocen». De todas maneras, los campamentos que realizaron en verano dieron sus frutos y el balance de estos primeros meses de la nueva etapa es satisfactorio. «Empezamos con 20 niños y tenemos 63, ya hemos organizado un campeonato de remo de mar y creemos que el trabajo está dando sus frutos».