El frío del invierno vigués empieza a ser extraordinario

Antón lois VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

MARTINA MISER

A finales de siglo la totalidad de la provincia de Pontevedra será una zona sin heladas, según las previsiones

07 ene 2019 . Actualizado a las 09:40 h.

Decir que en invierno hace frío no parece una noticia extraordinaria, pero empieza a serlo. Para las personas que duermen en la calle y para las víctimas de la pobreza energética que no pueden calentar sus hogares no es precisamente una alegría el frío intenso de estos días. Para la naturaleza en cambio es imprescindible este período de bajas temperaturas y es un drama que sea cada vez menor. Por eso hoy queremos contarles algunos indicadores aplicados a Vigo y su entorno que, en contra de la percepción que podemos tener si salimos esta noche a la calle, nos demuestran que cada vez hace menos frío y que esto tiene consecuencias preocupantes. Empezamos el año saludando a nuestro ya íntimo amigo, el cambio climático. Para estos casos nos referimos al informe CLIGAL. Se trata de una recopilación de toda la documentación científica existente, es decir, recopilar datos que en su día, hace más de una década y los indicadores no fueron a mejor, desarrolló una institución tan poco sospechosa de ecologismo radical como la Xunta de Galicia.

 Según estos datos, el descenso de días y noches frías en nuestro entorno se reduce en un factor de cinco puntos sobre los datos previos de referencia, o lo que es lo mismo, que al aumento anual de días y noches extraordinariamente cálidas le acompaña el descenso de días y noches de frío extremo. Por lo tanto, sí que podemos considerar que es noticia decir que en invierno hace frío. Si prefieren el dato global anual para añadirlo al estacional anoten que, en general, en la conocida como Galifornia viguesa las temperaturas máximas están aumentando a razón de 0,36 grados cada diez años, o lo que es lo mismo, que ya estamos superando un aumento de las temperaturas máximas de 0,21 grados por década y, lo más importante a efectos invernales, un incremento también en las temperaturas mínimas de 0,15 grados.

 Visto así parece poco, pero recuerden el efecto de inercia y retroalimentación que tiene nuestro amigo el cambio climático. En los próximos años estas cifras se van a disparar exponencialmente. Podemos traducirlas a una imagen concreta y recurrente, las heladas.

 Con los datos recopilados la previsión para finales de este siglo es que, con unas excepciones mínimas y localizadas fundamentalmente en Serra do Suído y Paradanta, la totalidad de la provincia de Pontevedra será una zona sin heladas. La gran pregunta podría ser ¿y cuál es el problema? Es decir, ¿qué tiene de malo que haga menos frío en verano y, sobre todo, en invierno? Lo malo es que los procesos ecológicos esenciales necesitan estos períodos de frío y que se prolonguen durante un tiempo mínimo vital por debajo del cual se alteran gradualmente hasta llegar al colapso, un cambio crítico del que depende la estabilidad ecológica en este planeta, desde el portal de nuestra casa hasta las más recónditas regiones tropicales y polares, todo está interconectado. Desde la propia estructura del suelo con sus hongos y bacterias hasta la química atmosférica, todo depende de un equilibrio dinámico, pero frágil que estamos alterando a una velocidad vertiginosa al calentar el planeta a una velocidad infinitamente mayor a la capacidad de adaptación de las especies, los espacios y los ecosistemas enteros. Necesitamos comprender que para nuestra especie el frío invernal es una molestia, apenas una incomodidad, pero para la naturaleza es imprescindible este letargo invernal. Por eso, disfrutemos de este hermoso paisaje que nos brindan los campos cubiertos de este manto blanco de las xiadas que aún podemos ver estos días en Vigo y su entorno. Si no tomamos medidas urgentes, drásticas y radicales somos la última generación que podrá verlas. Y no es ninguna buena noticia que haga menos frío en invierno, excepto para las personas que duermen en la calle o no pueden calentar sus hogares. Una excepción que no debería existir. Nadie debería morir de frío en la calle o en su casa, ni en Vigo ni en ningún sitio.