Adiós al único jardín vertical de Vigo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Desmontan el tapiz verde de Urzaiz 59, que costó 80.000 euros, para analizar posibles filtraciones y la constructora no descarta recuperarlo en el mismo espacio o en otro

12 feb 2019 . Actualizado a las 11:57 h.

El jardín vertical de Caixaforum aparece destacado entre los muchos atractivos de Madrid. Pero no hacía falta viajar a la capital para ver uno de esos vergeles que desafían al cielo. En Vigo, donde el turismo crece impulsado por megavatios, también había uno más modesto pero también impactante por su singularidad. El tapiz verde estaba en pleno centro. El retranqueo ejecutado para la construcción de un edificio en el número 59 de la calle Urzaiz dejaba a la vista la medianera del inmueble anexo, el del 57.

El grupo inmobiliario Laxas se ocupó de la obra y la constructora optó por una solución original. Su responsable, Raúl Ameixeiras, recuerda el abordaje de aquel proyecto que se hizo «con mucha ilusión. «No estábamos obligados. Lo hicimos porque nos pareció que era algo bonito y bueno para la ciudad». La inversión, reconoce, fue alta: «Costó 80.000 euros». Ahora, en cambio, casi una década después, afronta con casi la misma cantidad de pena la retirada de las plantas y el desmontaje de la estructura que las nutría y las sostenía.

Según cuenta, las quejas por filtraciones de agua de un vecino del inmueble anexo ha terminado propiciando su desmontaje, ya que el peritaje requiere un estudio pormenorizado. «Lo hacemos para evitar problemas judiciales y si al final se demuestra que no tiene nada que ver el jardín con los problemas de humedad en una vivienda que le achacan, no descartamos volver a ponerlo». El responsable de la constructora lo duda, ya que, según explica, «el riego es por goteo y la estructura no va pegada a la pared, pero en todo caso, van a hacer pruebas regando a presión contra la pared y según los resultados, actuaremos».

Por el mismo motivo, repasa, hace más de un año tuvieron que desactivar el sistema de bombas de riego automático integrado, a través del cual las plantas también recibían fertilizantes.

La falta de riego contribuyó al deterioro de la instalación, que quedó como un triste secarral. El jardín inmune al vértigo ocupaba 100 metros cuadrados en la pared, con 48 plantas por metro cuadrado, es decir, casi 5.000 ejemplares. Entre ellos, algunos arbustos aromáticos como la lavanda, salvia, tomillo o romero.

Ameixeiras subraya que la retirada es provisional. El jardín vertical consumía muy poco y el coste para la comunidad de vecinos era muy bajo (el agua que requería). Del resto se encargaba la constructora del edificio. La empresa Vertical Garden fue la encargada en su día de la instalación. Tardaron casi un año en poner el proyecto a rodar y más de tres meses en instalarlo. Darío Llorente que fue el director técnico de aquel trabajo, contaba entonces a La Voz que, como no podían fijar los paneles contra la pared, montaron «una estructura metálica galvanizada para instalar sobre ella el jardín sobre un polietileno de alta densidad hecho con material reciclado. El método que usaban hacía que la planta creciera in situ. Descartaron el sistema hidropónico y apostaron por el llamado plantube, que eligieron porque reducía «costes y problemas», opinaba.

Ameixeiras recuerda que «aquella empresa quebró durante el montaje y lo terminó otra empresa de jardinería que contratamos. Los primeros nunca se llegaron a ocupar del mantenimiento», añade. La pared está ahora desnuda mostrando un aspecto que contrasta con el pedazo de vergel que disfrutaban los viandantes que pasaban por la calle y los residentes desde las ventanas de sus casas. «Daba una sensación que ayudaba a vender pisos, para qué engañarse, que no estamos para tirar el dinero», reconoce. Ahora depende de los análisis. «Lo tengo todo almacenado, las plantas y las bombas de riego, a la espera. A mi me gustaría volver a ponerlo, pero antes preguntaremos a los vecinos qué opinan», asegura el constructor.

Los jardines verticales proliferan en todo el planeta porque depuran el aire y aportan otros beneficios como el ahorro energético como reguladores de temperatura de las casas.