«En la primera eco me dijeron que venían dos, y en la siguiente, tres»

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

05 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínate que estás embarazada y que en la primera ecografía que hace el ginecólogo te dice que en lugar de un bebé, tal y como esperabas, vas a tener dos. Primera sorpresa. Es una opción que siempre se te puede pasar por la cabeza. Lo que no te imaginas ni por un momento es que, una vez que te has hecho a la idea de que vas a tener a dos niños de golpe y porrazo, en la segunda ecografía te digan que no son dos, que son tres. Esto es lo que le ha pasado a Zoila Alonso. Que de la noche a la mañana pasó de no tener hijos a ser familia numerosa.

«Ni por la cabeza se me pasó que pudieran ser ni siquiera dos. Era mi primer embarazo y ninguno de los dos teníamos antecedentes de parto múltiple. De repente me dice la ginecóloga: ‘Bueno, tengo que darte una sorpresa. No es uno, son dos’. Y claro, fue un impacto. Me fui para casa pensando en todo lo que tenía que organizar. Estuve con esa idea hasta que me fui a hacer la siguiente ecografía en la Seguridad Social, porque esa primera fue privada, y ya estaba embarazada de un poquito más de tiempo. El shock ya fue total cuando me dijeron que no eran dos, que eran tres», explica.

A partir de ahí, su principal preocupación fue que todo fuera bien: «Tenía mucho miedo. No solo por tener tres niñas y toda la logística que supone, sino porque había visto un poco las complicaciones que podía haber durante el embarazo. Cada quince días tenía revisión. Entré en estado de shock y solo pensaba que, si me decían que estaba todo bien, al menos tenía quince días para estar tranquila», aclara esta vecina de Vigo que supera con creces la media de natalidad gallega y que reconoce que el asunto dio pie para más de un chiste: «Había la broma entre la familia y los amigos de a ver si me iban a venir cuatro, pero yo ya nunca pensé que esa posibilidad fuera real», dice.

Paula, Sara y Ana nacieron en la semana 34 y todo fue sobre ruedas para las niñas, mientras los papás se estrenaban con tres bebés de golpe: «Como estuvieron en la incubadora, tenían bastante programadas las comidas. A dos les daba pecho y a una biberón. Y teníamos que escribir en una libreta a quién le había tocado pecho y a quién biberón para ir rotándolas. También anotábamos los cambios de pañal con las cacas, los pises...», asegura esta mujer, que nunca quiso hacer un cálculo exacto de lo que gastaron en leche y pañales y que reconoce que su caso fue especial, al tratarse de un embarazo espontáneo, múltiple y en el que las tres niñas fueron gemelas: «Las posibilidades eran remotas», afirma.

SIN TIEMPO PARA NADA

«Yo no tengo la experiencia de que un niño te cambie la vida porque me vi con tres de repente. Entonces, de pronto, no tienes tiempo ni de respirar. Vives única y exclusivamente para las niñas. No tienes tiempo ni de pensarlo. Pero me acuerdo que incluso la gente me decía que cuánto trabajo tenía que tener y, encima, yo les respondía que no era para tanto, que las niñas eran muy buenas. Ahora lo veo y fue una locura», reconoce esta supermamá que también quiere destacar la gran ayuda que tuvo del papá de las niñas: «Tuve dos días de decir, necesito dormir. No quiero ni que me despierten. Y el papá se quedó solo con las tres durante dos noches y yo me recuperé», asegura Zoila, que al año de nacer las trillizas ya se incorporó a su puesto de trabajo y que aprovecha la ocasión para criticar el poco tiempo de baja que tuvo por tener un parto múltiple: «Solo cuatro semanas más que si hubiera tenido un hijo solo», aclara.

Aun así, hace un balance muy positivo de su experiencia. Y se le cae la baba a la hora de hablar de las pequeñas. A pesar de ser muy iguales físicamente, dice que las distingue sin problemas porque tienen un carácter muy distinto. También por la expresión de su cara: «Pero la gente no sabe decir quién es quién. De hecho, las abuelas presumen de que las distinguen, pero a veces se lían y ellas ahora ya juegan a engañar», indica. De Paula asegura que es la más protectora: «Si alguien tiene que ceder, siempre cede ella. Aunque al principio diga que no, como vea llorar a sus hermanas les da lo que sea. Es todo corazón». De Sara, que es la más independiente y la más pilla. Y de Ana, que también tiene sus momentos de pillería, pero luego es la que más busca el cariño de los papás. Y es que las tres llenan su corazón. Pero eso sí, esta supermamá recomienda que los embarazos mejor uno a uno.

FOTO: XOÁN CARLOS GIL