La acusada de engañar a un anciano: «Soy una criada, jamás vi un billete de 500»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Conoció en el mismo juzgado el fallecimiento del hombre al que cuidaba

12 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La acusada de engañar al anciano al que cuidaba negó ayer en el juicio haber cambiado 42 billetes de 500 euros por burdas copias impresas en color. «Soy criada de servir, jamás he visto un billete de 500 euros, no sé distinguir uno auténtico de uno falso», alegó en el juicio, que se celebró en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, en Vigo. Afronta tres años de cárcel por un delito de apropiación indebida.

El afectado ha fallecido recientemente, noticia que la acusada recibió al inicio del juicio. Se quedó conmocionada y se santiguó: «¡Pobre Manolo!». El hijo del anciano participó en el juicio como abogado de la acusación particular, denunciante y testigo. La acusada le habló tuteándolo pero le exigieron que lo tratase de usted.

La procesada M.C.G.B., de unos 65 años, entró con una navaja en el bolso en los juzgados pero la policía se la requisó y se la devolvió a la salida. Contó que ella conoció al anciano en un baile en una discoteca de Vigo en el varano del 2012 y se hicieron novios. Duraron varios meses. Tras convivir unas semanas en el piso de él en Moaña, se mudaron a Vigo y compartieron la vivienda de ella, que pasó a ser la cuidadora. Así lo acordó con la exmujer y un hijo del anciano, que había sufrido varios ictus. Por este servicio, ella cobraba 800 euros al mes aunque reclamaba 1.200.

El anciano era un promotor inmobiliario que se endeudó en la crisis del 2008 y sufría embargos. Para eludir las requisas, su hijo le enviaba 2.000 euros en metálico al mes de las rentas de alquiler que cobraba a unos chinos por un bajo. El anciano contaba el dinero en presencia de su cuidadora y luego guardaban los billetes en un neceser en un armario. La familia del anciano dice que solo ella disponía de copia y que la llevaba colgada del cuello. En el último recuento, él tenía ahorrados 54.000 euros. La empleada hacía grabaciones del recuento del dinero para evitar líos pues él era desconfiado y en Moaña la acusó de quedarse 17.000 euros.

Un día, en el 2015, el hijo notó movimientos extraños en la cuenta bancaria donde su padre recibía su pensión de 400 euros. Como cada mes desaparecía todo el dinero el mismo día del ingreso, el hijo descubrió que la cuidadora era la persona autorizada por el titular para hacer extracciones, aunque su padre no recordaba haberla añadido. Al desconfiar de la empleada, decidieron sacar los 54.000 euros de la casa por temor a que ella echase antes al padre y luego dijese que no había ningún dinero.

Dinero falso a color

Por eso, el hijo apareció por sorpresa en la casa y llamó a la cuidadora para recontar el dinero. Fue cuando descubrió los billetes falsos aunque ella se mostró muy sorprendida. En total, faltaban 21.000 euros de los 54.000 que había contabilizado el padre. Los billetes eran copias impresas recortadas y pegadas el anverso con el reverso. En el juicio, un experto policial dijo que no podía asegurar que todas las copias procediesen de la misma impresora y que tampoco parecía una obra de profesionales.

La acusada admitió que ella tenía una impresora de inyección tinta a color en su salita. Ella misma contó a la policía que imprimía desde el móvil y la usaba para confeccionar novenas de Fátima para la iglesia pero ignora cómo los billetes falsos llegaron allí.

Añade que el anciano entraba y salía de casa cuando quería y ella sabía que veía con otras mujeres. En sus declaraciones ante el juez hace unos años, el perjudicado dijo que su cuidadora era una «artista haciendo trampas a pesar de que cuando iba a comulgar a la iglesia parecía una santa». El hijo dijo que su padre «tenía una debilidad, que eran las mujeres». Cree que estaba «dominado» por su cuidadora, una «manipuladora» que se aprovechaba de que el anciano seguía «enamorado». Y sospecha que se quedó el coche de la víctima tras hacerle firmar una cesión.