Medio siglo cuidando a su Gran Peña

alberto estévez ingelmo VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Felipe Cameselle, de 78 años, ha sido jugador, coordinador de cantera y delegado del histórico club vigués

15 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si los clubes de fútbol llevasen grabado el nombre de alguien, no dudaría en decir que en el Gran Peña esa persona sería Felipe Cameselle (Vigo, 1940). A sus 78 años sigue ligado al equipo de su vida, el Gran Peña, como delegado, además de haber vestido sus colores sobre el césped de Barreiro y ser antiguo coordinador de la cantera en el viejo e irreconocible Carballal.

Felipe es un hombre de club con todas las letras y sus 50 años de trabajo, colaboración y amor hacia la familia azulona lo avalan. Es un granpeñista de los que ya no quedan y antiguamente sobraban, por ello quiere que todo el sudor y tiempo que dedicó al club no caiga en vano: «El Gran Peña es mi hijo pequeño y no quiero que desaparezca mientras siga vivo». Medio siglo cuidando del Gran Peña, su hijo pequeño como él mismo le llama, no son suficientes y piensa seguir hasta el último aliento. «Yo estaré aquí aunque tenga que venir descalzo o de rodillas. Tengo que estar en el Gran Peña, es lo que me lleva a tirar hacia delante».

El club de Barreiro es una institución humilde que sobrevive cada temporada con lo mínimo, precisamente esa falta de medios y ganas de superación es lo que le llegó a Felipe para seguir ligado al club durante todos estos años. «Siempre he sido una persona con la inquietud de ayudar al que menos tiene y más necesita, el Gran Peña es una cosa muy parecida. Somos un equipo humilde que tenemos que tirar para adelante», declara. Además, destaca que sin el trabajo del presidente, Carlos Blanco, y la directiva no sabría qué sería de ellos: «Carlos y la directiva son una auténtica maravilla. El día que nos falte esta gente no sé cómo haremos aquí en Barreiro. Nadie nos echa una ayuda, menos mal que se están sacrificando por el club».

Felipe es un nostálgico del fútbol de antes, comenta que esa esencia pura que había en cada campo ya no está presente y todo está regido por el dinero. «El fútbol sería algo muy bonito si volviera a ser lo que antiguamente era. Ahora está todo dominado por el dinero», afirma. Anhela el recuerdo que tenía del fútbol y de su Gran Peña años atrás. Según él, el fútbol era «mucho más fácil, cómodo y de amigos», algo que cree que se ha perdido con el paso del tiempo. Cuando hace memoria e intenta recordar sus mejores momentos en el club, automáticamente piensa en su Gran Peña jugando en Tercera División: «Era una maravilla, Barreiro estaba lleno. Ahora vienen muy pocas personas y es una pena. Es muy complicado que venga gente ahora. Antes esto era una alegría».

Al fin y al cabo, el Gran Peña es un grupo de amigos -entre ellos Felipe- que llevan décadas trabajando para que el club salga adelante con los pocos recursos que hay. «Nosotros llevamos un montón de años en el Gran Peña con lo mínimo y aún así éramos muy felices», comenta con orgullo. Para Felipe el Gran Peña lo es todo, por esta misma razón lleva más de 50 años colaborando y echando una mano al club en todo lo necesario. «El Gran Peña es mi vida. Para mí significa vida y esperanza», aclara.

Felipe se deshace en elogios cuando habla del club, aunque los que le conocen saben que esto es recíproco por todo lo que le ha dado a la institución. «El Gran Peña es el equipo de mi vida. Aquí he dejado mi vida. No sé cómo mi mujer no me echo fuera de casa», comenta el delegado. Su paso por Barreiro no caerá en el olvido, ya que prácticamente solo le ha faltado ser presidente en su etapa perenne dentro del club. «He hecho de casi todo, me faltó ser presidente y poco más. He sido delegado, jugador y coordinador del fútbol base», declara.

Felipe cuenta que sin el Gran Peña ahora estaría «atrapado sin hacer prácticamente nada». Y es que el fútbol le ha hecho más bien que mal, un punto que recalca son las amistades que tiene gracias al deporte rey. Felipe puede presumir de no tener enemigos en el césped ni en los despachos: «No tengo ni un enemigo. Preguntas por mí y nada más que tengo amigos en Vigo y fuera de la ciudad». Este buen comportamiento con sus compañeros de profesión acabó con el premio de ser el mejor delegado de Preferente de la temporada, una votación realizada por los árbitros de la categoría. «Durante toda mi vida he hecho amigos en el fútbol. En este deporte hay que estar para hacer amistados, no enemistades. Puedo presumir de que tengo más amigos que enemigos, te lo digo de corazón», destaca el granpeñista.

Ahora mismo, su principal preocupación es que la mecha del club no se apague y que el Gran Peña siga dando guerra en Barreiro, tal y como hace desde 1926. La clave para seguir involucrado en el club a sus 78 años es dar todo lo que tiene en su mano para que el equipo no sucumba ante la desaparición, algo improbable a día de hoy pero que le recorre la cabeza. «Lo que más me motiva para seguir es que el club no desaparezca mientras yo viva. Me daría muchísima pena que nosotros no seamos capaces de seguir adelante», comenta. En definitiva, una vida entera dedicada al Gran Peña.