La única residencia universitaria del campus vigués se blinda ante el covid

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

O Castro restringe visitas, el uso de zonas comunes y el aforo en habitaciones

17 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El único centro residencial universitario del campus de Vigo extrema las medidas de seguridad contra el covid. Los últimos datos apuntan a las fiestas universitarias como posibles focos de contagio, como sucedió en una residencia de la Politécnica de Valencia. Sin embargo, la mayoría de las celebraciones universitarias se concentran ahora en pisos para burlar mejor la normativa.

El acceso a la residencia universitaria O Castro ha quedado restringido a las visitas y personas que no estén alojadas, según se hace constar en un letrero colocado en la puerta y escrito en español e inglés. Una vez en el vestíbulo, se advierte a los residentes de las medidas a adoptar a través de una nota: mascarilla propia para utilizar cuando sea necesario, higiene de manos, distancia de seguridad en todas las dependencias, permanecer en el exterior en caso de afluencia en la recepción, restricción de acceso a las salas de uso compartido y comedor, y uso de escaleras mejor que de ascensores. En caso de utilizar estos últimos conviene hacerlo de forma individual.

«Los eventos y actividades socioculturales deben diseñarse y planificarse de forma que permitan controlar los aforos y respetar la distancia mínima de seguridad entre personas de 1,5 metros y también será necesario utilizar mascarillas», destaca un portavoz de la residencia. En las pausas, en los servicios de comida y bebida, y al final del evento la sala debe ventilarse, además de desinfectarse el material utilizado en actividades de animación.

 Plan específico

A lo anterior se suma un plan específico con un comité de gestión que fija la estrategia y va tomando decisiones para minimizar los riesgos. Otra medida de prevención es la restricción del uso de las zonas comunes, en la actualidad limitadas al 50 % de su capacidad, lo que incluye también el comedor. Un plan de limpieza y desinfección abarca desde los ámbitos más generales hasta concretos como el tratamiento de distintos tejidos.

Los residentes lo llevan con resignación, porque, según dicen, no queda otra. «Antes podíamos estar más de dos personas en una misma habitación, ahora el límite son dos», comenta en el exterior del recinto Alicia Revilla, tras despedirse de su padre en la calle. Estudia Ciencias del Mar y es natural de Santiago.

«Puedes estar en una sala común hasta las once de la noche y algo más sin hacer ruido y siempre con protección», apunta otra estudiante, tras añadir que, por supuesto, nada de fiestas multitudinarias.

Dos alumnos parten a sus facultades en un microbús que les espera en la puerta y cuyo servicio es gratuito. Otros prefieren ir andando para respirar un poco de aire y aprovechar la ubicación del campus en pleno monte.

«Ahora hay que sacarle partido; ya que estamos alejados de la civilización tenemos que pasear», comentan.

«Estamos más fastidiados porque no nos podemos juntar como antes, pero uno se acostumbra, no queda más remedio en esta situación», explica el grupo integrado por José Antonio Vieira, Nicolas de las Heras, Sofía Regalado e Ignacio Lago. Proceden respectivamente de Venezuela, Cuenca, México y Sada, una muestra de la diversidad existente en la residencia. De hecho, uno de los aspectos que más destacan es la cantidad de amigos que se hacen en el centro de todas las carreras y lugares, junto con la tranquilidad del entorno que facilita el estudio. Lo peor, dicen, la deficiente comunicación con el centro de la ciudad, un detalle comentado siempre por la comunidad universitaria. «Y los fines de semana aún es peor, porque casi no hay», apuntan.

Las clases semipresenciales han hecho que muchos estudiantes de fuera de Vigo opten por no fijar su residencia en la ciudad y se desplacen solo los días que tienen que acudir al campus. La incertidumbre de este curso no solo ha afectado al alquiler de pisos, sino también a las residencias, como sucede en O Castro, con capacidad para 225 personas.

 Ocupación

En la actualidad tiene «buenos niveles de ocupación», que los responsables no concretan, aunque admiten que no llegan al cien por cien, ni a las cifras de otros cursos, sin ser significativo. Muestran prudencia por la situación cambiante que supone la pandemia y la repercusión que pueda tener. Las bajas se van subsanando con nuevas solicitudes, pero prevén que en enero puedan aumentar.

El hecho de que las habitaciones o los apartamentos sean individuales facilita aún más la seguridad de los residentes. El precio de un estudio individual con cocina supone 314 euros al mes, si la estancia comprende el curso completo, aunque también existe la posibilidad de estancias temporales, según muestra la web de la residencia. Al margen de lo anterior, existen otros servicios opcionales.

O Castro ofrece su ubicación en un entorno natural como la mejor baza para las personas que buscan un ambiente universitario tranquilo con posibilidades de realizar actividades al aire libre, algo a tener en cuenta en los momentos actuales de vuelta al campo.