¿Por qué escribimos mientras hablamos por teléfono?

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maría pedreda

ESOS DIBUJOS DISTRAÍDOS Dicen más de nuestro estado de ánimo de lo que pensamos. No es lo mismo hacer caras que flores. ¿Cuántas veces te has descubierto pintarrajeando en una reunión? Dos grafólogos y un psicólogo nos cuentan qué hay detrás de ese gesto que no es tan inocente como piensas. Hasta el color del boli que eliges tiene algo que decir sobre ti.

18 mar 2017 . Actualizado a las 17:12 h.

No son tan inocentes como crees. Esos dibujos que haces casi sin darte cuenta mientras hablas por teléfono o escuchas a alguien en una reunión son reveladores. Cuando siempre pintas los mismos, hablan de tu personalidad. Si por el contrario eres de los que van cambiando de garabato, lo que expresan es más bien tu estado de ánimo en ese momento «artístico». Vamos a responder a la pregunta. ¿Por qué los hacemos? ¿Es un tic? ¿Qué tiene de subconsciente? «Tenemos dos tipos de memoria, la mecánica y la consciente. La mecánica es esa que te permite hablar mientras conduces, por ejemplo. Hay una parte que está más automatizada, y de ahí vienen este tipo de acciones», explica el psicólogo clínico Manuel Lage, que entiende que sí podríamos catalogar este hábito dentro de lo que denominamos tic: «En algún momento introducimos ese tic y lo relacionamos con situaciones de concentración». ¿Memoriza más el que dibuja que el que no lo hace? «No se puede afirmar eso, lo que sí puedo decir es que es una forma de relajar parte de la tensión, en el caso de que se tenga, por lo que de alguna manera sí podría ayudarnos a centrarnos más en el mensaje», asegura el especialista.

FORMAS Y SIGNIFICADOS

En su libro Grafología fácil. Dime cómo escribes y te diré quién eres, el grafólogo José Javier Simón indica que en todos nuestros dibujos distraídos «hay una cantidad de contenidos inconscientes, en mayor grado cuanto más abstracto sea el dibujo en cuestión». Simón afirma que la línea recta es sinónimo de energía, de dureza y predominio de la actividad mental; mientras, la curva evoca a la suavidad, la gracia y la simpatía y revela a un autor que se deja guiar más por los sentimientos que por la razón. La espiral nos diría del que la hace que es narcisista y obsesivo. Tanto él como la grafóloga María Gandásegui clasifican los dibujos en garabatos atendiendo a varios criterios. Uno de ellos es el tamaño. Gandásegui señala que si ocupan más de la mitad de la página, nos hablan de la necesidad de expansión y de llamar la atención. Si son pequeños, pueden expresar retraimiento. El orden es otro de los parámetros. Si es claro y simple, nos hablaría de una persona serena y organizada; al contrario, si el orden es confuso y enmarañado el dibujo sería una forma de liberar las pasiones reprimidas. Analicemos la presión con la que dibujamos. Si es fuerte y se nota el relieve en el reverso de la hoja, el que escribe no pasa inadvertido en su ambiente. Si casi rompemos la hoja con trazos muy remarcados expresaremos rabia, pero si es tenue o desnutrida mostraremos delicadeza, inseguridad o tendencias depresivas.

La ubicación del dibujo también es importante. Si la hacemos en la parte superior de la hoja, mostramos exaltación, intelectualidad y espiritualidad de nuestra parte más consciente. Si nos vamos abajo, significará excitación, sexualidad y daremos nuestra cara más inconsciente. Hacia la derecha indica futuro y expansión, mientras que a la izquierda representa pasado y regresión. ¿Y el color del boli? El azul es el más común, por lo que no se interpreta, pero el negro simboliza tristeza y pesimismo, aunque en escrituras elegantes puede ser un síntoma de distinción. El rojo se da en personas exaltadas, poco dueñas de sí mismas y agresivas, que viven intensamente y tienen preocupaciones sexuales importantes, señala Gandásegui, que recuerda que el valor interpretativo que se le da a cada color debe restringirse al momento en que es utilizado de forma permanente. ¿A que te vas a fijar más en lo que dibujas?