La rebelión de HAL

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

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03 ago 2017 . Actualizado a las 11:48 h.

Facebook ha venido financiando un proyecto de inteligencia artificial en la Universidad Tecnológica de Georgia que ha sido cancelado por motivos inesperados. Se trataba de crear una herramienta tecnológica capaz de desarrollar nuevas técnicas de negociación pero hace unos días los programadores decidieron desconectar las máquinas porque habían empezado a desarrollar un idioma propio al margen de las instrucciones referidas por los humanos e incomprensible para ellos. Los ordenadores partían del inglés pero enseguida abordaron un proceso evolutivo exprés, basado en la lógica de la economía del lenguaje, con una aparente repetición de pronombres y determinantes que encerraba su propia lógica pero que resultaba indescifrable para las personas. La reacción fue el apagón inmediato, pero el incidente ya ha servido para constatar algo que nos ha inquietado siempre: la posibilidad de que máquinas inventadas por el ser humano desarrollen estrategias de inteligencia propias que no podamos dominar.

Las máquinas llevan rebelándose contra las personas desde que aparecieron en nuestras vidas. El estereotipo podría ser HAL 9000, el supercomputador de 2001, una odisea en el espacio encargado de controlar las funciones de la nave Discovery. Se ha contado que Stanley Kubrick bautizó a la máquina rebelde con esas siglas para desairar con ironía a IBM, que se habría negado a que su marca fuese utilizada para designar a una máquina insurrecta. Cada una de las tres letras de HAL serían las inmediatamente anteriores a las de IBM. La travesura es preciosa pero incierta, tal y como se encargó de desmentir el autor del texto original, Arthur C. Clarke, quien en sucesivas ocasiones aclaró que HAL es el acrónimo de Heuristically Algorithmic Computer.

En HAL aparecen resumidos todos los matices de la relación que un día entablamos los humanos con las máquinas y que hace unas semanas frustraba el experimento de la Universidad de Georgia. HAL es perceptivo e intuitivo, no tolera la traición y deja de ser un esclavo tecnológico cuando las circunstancias lo requieren. La relación de la máquina con el ser humano los cambia a los dos, hasta el punto de que HAL muere cantando una canción infantil, Daisy Bell, que, por cierto, Arthur C. Clarke había escuchado en 1961 durante la vista a unos laboratorios que experimentaban con sintetizadores de voz.

Hoy sabemos que la amenaza de los robots quizás no venga por donde Kubrick narró. Parece improbable una humanidad de personas sometidas por las máquinas, en el sentido literal de la distopía, aunque los matices de esa esclavitud constituyen uno de los grandes debates de nuestro tiempo. ¿Qué efectos tendrá sobre nuestra vida la robótica? ¿Cómo utilizará el capitalismo la sustitución total de la mano de obra humana por la mecanizada? Existen estadísticas en función de las cuales tres de cada cuatro empleos dependerán en un futuro inmediato de los sistemas informáticos y la gestión de datos y según un informe reciente de Caixabank un 43% de los puestos de trabajo hoy existentes en España tiene un riesgo elevado de ser automatizados a medio plazo.

En Inglaterra se desarrolló un movimiento de artesanos denominado ludismo. Miraban con recelo a los telares industriales por un motivo: iban a destruir los trabajos tradicionales, los únicos conocidos hasta la fecha. La revuelta se produjo entre los años 1811 y 1816...