Anna Simón: «Lo di todo de joven, luego ya me tranquilicé»

Ana Montes

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CEDIDA

Fue la capitana de «Zapeando», en sustitución de Frank Blanco, y pasa por «Me resbala» sin perder el humor y la sonrisa, y con los ojos puestos en nuevas metas.

14 ago 2017 . Actualizado a las 13:39 h.

La vemos cinco días a la semana hacer el payaso en Zapeando junto a Cristina Pedroche y Ana Morgade, algo que «me sale de forma natural», dice la presentadora. Pero Anna Simón (1982), después del trabajo, pasa desapercibida, como una persona más. Es discreta y natural. Solo rompe el protocolo si es necesario, no por la mera estridencia. A esta periodista amante del humor, donde le gustaría quedarse aún muchos años, los concursos también le ponen el caramelo en los labios porque siempre se puede aprender.

-Si te dieran un espacio propio en la tele, ¿qué te gustaría hacer?

-Tendría que ser algo de entretenimiento y aunque en Zapeando estoy muy cómoda, hacer un concurso estaría muy bien. Hay mucha química y me gusta. Además como espectadora me enganchan y miro varios, como Ahora caigo.

-¿Te gustan los retos? ¿Los buscas?

-Me gusta ir superando retos y ver hasta dónde puedo llegar. Pero soy muy poco competitiva. Soy más bien práctica. Para mí, cuantas más veces hagas algo, mejor te va a salir y más cómoda vas a estar.

-¿Eres perfeccionista?

-En el trabajo, bastante. Me exijo. Y cuando acaba el programa pienso si lo habría podido hacer algo de otra manera. Pero con los años aprendes a relajarte un poco y a no pegarte con el látigo.

-En «El Hormiguero» viviste momentazos. ¿Cuál ha sido el más vergonzoso?

-Cuando se me abrió un botón de la camisa porque me quedaba estrecha. No sabía hasta dónde se había abierto, pero solo se vio un poquito el sujetador.

-¿De quién has heredado la gracia?

-No se de quién me viene en la familia. Desde pequeña he sido muy payasa. Me encantaba disfrazarme, maquillarme, ponerme delante del espejo a cantar y bailar. Si veía una peli como Dirty Dancing o Grease me imaginaba ser la protagonista y empezaba a imitarla.

-¿Artísticamente quién te ha influido?

-Eva Hache, Ana Morgade, Patricia Conde… Ver cómo trabajan me ha influido, pero un referente concreto no sé decir. De pequeñita recuerdo que era fan de Mari Santpere y para mí era la mejor.

-Tus compañeros dicen de buen rollo de ti que eres muy payasa.

-Sí, sí, y no solo en cámara, fuera me sale de forma natural. Es lo que me nace.

-¿Qué personaje te gusta más hacer?

-Me gusta probar. En Zapeando hago de choni, de macarra, de pija, de señora muy catalana exagerando el acento para poder llegar adonde quiero. Estoy cómoda en todos los papeles.

-¿Qué no te hace nada de gracia?

-Cosas que a nadie le hacen, como la intolerancia y el maltrato.

-¿Ya hemos superado que se puede ser guapa y graciosa a la vez?

-Pensar que una mujer guapa no puede ser graciosa está tan superado como eso de que por ser guapa hay que ser tonta. Y bueno lo de guapa, recién levantada ya nadie me diría lo mismo [risas].

-¿Hay algo que te creas innegociable?

-Mi intimidad es algo sagrado si me persiguieran constantemente para hacerme fotos o grabarme, yo lo pasaría francamente mal. Pero aunque tengas un trabajo expuesta al público, hay que trazar una línea bien marcada y cuando terminas de trabajar tu vida es solo tuya y de las personas que te quieren.

-En la Red criticaron mucho tu pérdida de peso. ¿Cómo lo llevaste?

-Es verdad que adelgacé pero aluciné porque solo pasé a comer más saludable y eso se vio reflejado en el peso. Pero de ahí a decir que era anoréxica…

-Dicen que la pantalla engorda. ¿Pasa lo mismo con las gracias?

-Yo creo que la tele no engorda pero sí te hace grande. Hay gente que te para por la calle y con toda su buena intención dice: «Ay, pues eres poca cosa», porque te imaginan más alto o con la espalda más ancha. Y en cuanto a los chistes y las gracias, sí que se perciben de forma diferente en el plató que en casa porque el ambiente es distinto.

-¿Puedes ir de rebajas tan tranquila?

-Sí, claro. Me considero afortunada porque paso muy desapercibida. Yo voy perfectamente de rebajas a un centro comercial o al cine. Hago una vida totalmente normal.

-¿Eres muy de celebrar?

-Si te refieres a discotecas, no, nada. De joven ya lo di todo [risas] y luego me tranquilicé. Ahora me apetece más cenar con amigos, hacer una sobremesa interminable con mi copa de vino e intentar arreglar el mundo charlando. Ese es mi plan perfecto.

-¿En qué momento te encuentras?

-Feliz a poco de cumplir 35. No pienso en lo que puede venir o no. Lo que venga, será, y mejor si todo me va como hasta ahora.

-¿Te replanteas algo ahora en lo que antes no pensabas?

-Ahora, a los 35, la gente te pregunta continuamente si vas a tener un hijo. Y sí que es verdad que cuando era más joven pensaba que a los 30 sería madre pero en cuanto los cumplí no me veía con un niño. Ahora es algo que siento de vez en cuando... pero de momento los bebés me parecen monísimos un ratito.

-¿Tienes alguna bandera por la que luchar en este momento?

-Tengo dos perros a los que amo y adoro y cuando oigo hablar de maltrato animal me hierve la sangre y no termino de entender por qué en este país no se castiga eso. Nos queda mucho para entender que un animal es un ser vivo, no es un juguete, y hay que respetarlo.