¡Esta sombrilla tiene 40años!

Tania Taboada

YES

ALBERTO LÓPEZ

Cuatro décadas bajo el sol. Fue estrenada en la playa de Miño y recorrió kilómetros a bordo de un Seat 600. Esta sombrilla pertenece a una chica muy curiosa que la vende porque no la utiliza. Está muy bien conservada y tiene una historia familiar detrás.

19 ago 2017 . Actualizado a las 13:50 h.

Sí. Han leído bien en el titular. Esta sombrilla tan agradable de ver y en un excelente estado de conservación tiene más de cuarenta años. Tanto es así que es muy probable que sea de las pocas sombrillas que queden en Galicia con esa edad y que se conserven así de estupendas. Miren y juzguen ustedes.

Actualmente está jubilada y su propietaria -una lucense que no la utiliza pero la guarda con mucho cariño y muy bien embalada en el trastero de su vivienda- la vendería... si alguien le entregase a cambio una cantidad económica decente.

Esta pieza vintage -de unas dimensiones semejantes a las que utilizan actualmente las cafeterías, restaurantes y grandes familias- está elaborada con un material de una excelente calidad. No es de extrañar si tenemos en cuenta sus años y su estado. Pese a pasar veranos y horas y horas tomando (o parando) el sol, los colores se mantienen intactos: amarillos, marrones y blancos que lucen casi como el primer día y con un dibujo que resiste los vaivenes de la moda. La lona, material del que está elaborado el capazo, se mantiene sin ningún agujero ni otro desperfecto. Por poner una pega, lo único que se encuentra un poquito oxidado es una parte del palo y alguna varilla.

VIO MUCHOS VERANOS

Esta curiosa sombrilla tiene a sus espaldas una bonita y familiar historia. Perteneció durante muchos años a Manola, que hoy tiene 81 años. Le encantaba la playa y todos los veranos acudía con su marido y con otras parejas del barrio lucense de Feijoo al arenal de Miño. Allí pasaban horas charlando, jugando a las cartas, dando paseos... disfrutando del buen tiempo y de sus merecidas vacaciones.

Las familias quedaban a una hora y en un punto para salir en moto hacia el arenal -concretamente en una Vespa-. Llevaban además la merienda encima... Aquellos eran tiempos ricos. ¡Imagínenselos cargados con las bolsas y neveras por la Costa da Sal! Y si la ida era dura, la vuelta no era mejor. Las familias regresaban de la playa rojas como cangrejos, puesto que entonces no existían los protectores solares. La nivea de la lata azul era la reina de los días frentre al mar...

Cuando Manola y su marido tuvieron una hija decidieron aparcar la moto y comprar un coche. Eligieron un Seat 600. Fue ese año cuando llegó la sombrilla a casa. Un caluroso día de verano, de camino a la playa con su marido y su hija, Manola le pidió a su esposo que parara en un ultramarinos. Le dijo a la dependienta que necesitaba una sombrilla de grandes dimensiones y de buena calidad para resistir bien el sol. Le enseñó varios modelos y se enamoró de esta. ¡Buen gusto y buena decisión! Cargó la sombrilla en el coche y, minutos después, era estrenada en la playa de Miño. Durante muchos veranos, esta sombrilla fue una de las aliadas de esta familia a la hora de arrancar a la playa. Era de lo primero que metían en el maletero. En el Seat 600 se las veían un poco canutas para meter el parasol, ¡casi era más grande que el coche! Aún así, jamás la dejaban de lado, en casa. Además de ir a Miño, la sombrilla recorrió y cumplió su función en los arenales de Sada y Foz. Buena sombra... adiós, quemaduras.

Actualmente esta curiosa sombrilla pertenece a alguien que está dispuesta a venderla. Mientras tanto, su dueña se la deja a gente curiosa y familiares que se la piden. Esta semana la lucía Karla, un lucense que se encontraba disfrutando de una lectura a la sombra en el Club Fluvial de Lugo.