Vivo siempre en verano

Patricia García, Cláudia Morán, Lucía Vidal

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ANGEL MANSO

TODO EL AÑO EN MANGA CORTA Que sea larga la estación del sol. Por ocio, por trabajo o por placer, ellos solo conocen una temporada: esa en la que manda Lorenzo, siempre hace calor, los días brillan y si llueve escampa pronto. ¿A que suena apetecible?

30 sep 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

ANGEL MANSO

MANUEL VÁZQUEZ, DE ARTEIXO A CÁDIZ

«El sol es vital para mí y me cambia mucho el estado de ánimo. Creo que me marchito solo con tres días de lluvia». Queda claro que a Manuel Vázquez lo que le va es el verano. Para no marchitarse y disfrutar de las mejores olas, su vida se reparte entre Galicia y Andalucía: primavera y verano en una casa en Barrañán, en Arteixo, justo al ladito del mar, y otoño e invierno en Cádiz, su ciudad natal. Y así, de norte a sur y viceversa, lleva ya cuatro años. «Antes estuve en California y en Noruega, creo que allí ya pasé suficiente frío y por eso ahora solo busco el sol», se ríe. Como muchos surferos, le mueve el buen tiempo y las buenas olas. «En verano me gusta venir a Galicia para evitar la saturación turística del sur y, también, porque coincide con las buenas olas por aquí». No tiene que hacer cambio de armario porque prácticamente solo disfruta de una estación, pero sí muchas mudanzas. «Las cajas van aumentando cada año, pero como soy bastante minimalista creo que toda mi ropa ocuparía lo mismo que lo que necesita una chica para guardar sus zapatos», bromea. No echa de menos las bufandas, los jerséis gordos o los plumíferos. «Es una imagen bonita. A todo el mundo le gusta de vez en cuando ver la nieve en directo, pero, para mí, con una semana al año de frío es suficiente».

Vivir siempre con el sol como compañero de piso le permite disfrutar de pequeños placeres. Por ejemplo, ponerse de pie sobre la tabla… en bañador. «El mundo del surf es bastante nómada, a veces no nos movemos tanto por el tiempo como por la calidad de las olas, pero sí es cierto que es mucho más cómodo surfear en bañador que con neopreno». Manuel se considera afortunado. No todo el mundo tiene la capacidad de pasarse todo el año en pantalones cortos: «Soy diseñador freelance de la World Surf League y puedo trabajar desde cualquier parte del mundo mientras tenga una conexión a Internet».

Lleva viniendo a Galicia desde que era pequeño: «Mi abuela era de un pueblo de Lugo y tengo muchas raíces aquí». En verano, cuando Cádiz se convierte «en una sartén» su familia sube a visitarlo. «No sé si me vienen a ver a mí o a mi perrita Gala». Del buen tiempo le gusta, además de la vitamina del sol, el poder estar al aire libre, oxigenándose. «Y eso es algo de lo que disfruto en el verano gallego. También del pulpo á feira, claro», confiesa. Está a punto de hacer las maletas para volver al sur y seguir viviendo en manga corta.

LUIS GEREMÍAS, ENTRE VIGO Y LANZAROTE

¿Quién dijo que el verano dura tres meses? Existen algunos afortunados que viven en un continuo veraneo. Y si no, que se lo pregunten a Luis Geremías, vigués de 35 años que lleva casi tres viviendo al sol de Lanzarote. «No era algo que tuviese en mente cuando me presenté a una entrevista de trabajo para ocupar un puesto en la recepción de un hotel de 5 estrellas», reconoce.

La ocasión se le presentó cuando estaba en Fuerteventura visitando a unos amigos «después de una experiencia en la industria del golf con ruptura de pareja incluida». Pero la decisión no le decepcionó. Todo lo contrario, ya que vivir en Lanzarote le permite hacer escapadas a «un sinfín de rincones increíbles donde se pueden practicar deportes como bodyboarding, buceo, pesca o bicicleta de montaña», y donde asegura que uno no necesita «más que un par de horas libres para ‘escaparse’».

Aparte del buen tiempo, lo que más disfruta de la isla es «el tipo de vida en el que las prisas y los agobios van casi en último lugar», pero también «la mezcla de culturas que te encuentras, que genera un ‘rollito’ especial».

«Además, el hecho de poder pegarse un baño en el mar en menos de dos minutos si estás en el salón de tu casa, el poquito ruido que uno percibe a las 10 de la mañana si decide quedarse un ratito en cama y una sensación de libertad que probablemente en la ciudad sea más complicado de experimentar», añade.

A la pregunta de cómo es trabajar para gente que está de vacaciones, Luis responde que, «como todo, agridulce». «Hay que saber disfrutar de los dos sabores. Aunque parezca mentira, hay personas a las que las vacaciones no les sientan bien y gente superagradecida con la capacidad de viajar y conocer o relajarse», señala.

Aunque este vigués, que asegura que «siempre» echa de menos su ciudad por soleado que esté, tiene claro que sentirse de vacaciones al salir del trabajo es sobre todo una actitud. «Eso se puede hacer en Vigo, en Lanzarote o en Corcubión. Además, creo que es muy saludable».

OSCAR CELA

JOSEFA Y JOSÉ, INVIERNO EN TRIACASTELA Y VERANO EN TENERIFE

«Cando voltamos aló por abril ou maio os veciños din que somos os máis listos da vila». Envidia sana, imaginamos. Y es que Josefa (72 años) y José (78) pasan al sol siete de los doce meses que tiene el año. Y no, no es que Triacastela goce de un microclima tropical en medio del duro invierno. Más bien, todo lo contrario. Ellos huyen del frío. Todo comenzó con un viaje de dos semanas a las islas afortunadas. Después fueron tres meses, luego cuatro... y así, hasta hoy. En la maleta se llevan lo justo -Josefa tiene familia en Canarias-, le alquilan un apartamento a un vecino de Santiago por unos 650 euros al mes, con gastos incluidos. ¡Y a vivir! Jubilados de sus respectivas profesiones -José era brigadista antiincendios y Josefa se dedicaba a la ganadería- ahora su agenda es lo más parecido al movimiento ‘slow life’: «Erguémonos, almorzamos, damos un paseo de dous quilómetros polo paseo marítimo de Los Cristianos, facemos a compra e collemos os bañadores».

La playa la tienen prácticamente en la puerta. Están en segunda línea. «Logo o xantar, un pouco de tele e sesta, e pola tarde quedamos cos amigos, tomamos café, imos de terrazas». Esta localidad, uno de los principales núcleos turísticos de Tenerife -la isla preferida de José, Josefa se decanta por Lanzarote- está, dicen, «chea de galegos. Temos unha boa pandilla». Muchos de esos ‘veraneantes de invierno’ viajan a estas latitudes buscando el mejor clima para su salud.

«O meu home sofre dos ósos e das costas. O sol faille moi ben». ¿Echan algo de menos de su tierra cuando están tumbados sobre la arena o no hay sitio para la morriña en tal estado de placer?: «Só boto de menos a verdura, que alí é moi mala, e tamén a auga. A carne de porco é tan boa coma a nosa tenreira», asegura Josefa. Los dos se conocieron en la Suiza de la emigración y allí se casaron. No tienen hijos, una de las claves por las que, dicen, «disfrutamos tanto». Pronto celebrarán sus bodas de oro, pero volverán a Canarias siempre. «Estamos encantados da vida. Mentres poidamos, repetiremos».