¡Te doy una leche! (Que sí... ... que es buena)

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¿LÁCTEOS, SÍ O NO? Si te has dejado arrastrar por la corriente de #nolácteosenmidieta y los has sacado de tu vida porque crees que tienen la culpa de todos tus males estás equivocado. Aquí van los argumentos de por qué debes tomarlos. Te adelanto que son la leche.

21 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Esto es blanco y en botella. Así de claro. Hay que tomar lácteos sí o sí. Y aunque haya quienes se emperren en abrir un debate en torno a este alimento que durante años gozó de inmunidad en una dieta equilibrada, los expertos cierran filas y no tienen ni la más mínima duda al respecto. «Hay que tomar 2 o 3 raciones de lácteos al día, ahora bien, no tiene que ser leche, puede ser yogur o queso», explica la nutricionista Fátima Branco. «Es el alimento más completo que existe. Tiene todos los principios inmediatos: hidratos de carbono, pero de los buenos, grasa que no es dañina, calcio, aminoácidos...», argumenta el doctor Manuel Viso.

Esta es la teoría pero la práctica es bien distinta. Cada vez se consume menos leche, y eso tampoco podemos negarlo. Ahí están los datos. «Cierto. En el último año el consumo de lácteos se redujo un 6%, mientras que las bebidas vegetales aumentaron un 15,5%», explica Viso. Ambos expertos no desmienten la campaña «antileche» que estamos viviendo. «Es brutal. Hay una sugestión enorme, en muchísimos casos injustificada. Gente que se autodiagnostica una intolerancia sin ni siquiera hacerse la prueba», dice Viso. El experto en nutrición destaca que del 34% de las personas que dicen padecer intolerancia en nuestro país, «solamente un 4-5% presentan realmente un problema».

EL MITO DE LA PESADEZ

Pero a veces, explica Fátima Branco, somos nosotros mismos los que nos podemos llegar a provocar ese rechazo al sumarnos a la moda. «Si la quitas de la dieta de manera voluntaria, y no ingieres lácteos, tus enzimas pierden efectividad, no tienen fuerza y no pueden digerir. O lo mismo pasa con los que la toman sin lactosa aunque no sean intolerantes, cuando quieran volver a tomarla con lactosa les va a sentar mal. Pero así te estás creando la intolerancia tú mismo». También es cierto, explica, que a medida que nos vamos haciendo mayores nuestras enzimas van perdiendo efectividad de manera natural y podemos digerirla peor, pero esto ya es ley de vida. Sin embargo, Viso considera que no hay razones para decir que la leche caiga pesada. «El estómago tiene un pH muy ácido de 2,9, y la leche es una base por lo que pasa todo lo contrario, qué neutraliza ese ácido».

Para Viso no hay razones para desacreditar a este elemento que está muy asentado en la base de la pirámide nutricional. «Es que no está en el vértice, está en la base, hay una evidencia científica de que es necesaria, no en exceso, pero sí a diario», matiza Viso, que sospecha que esta corriente puede responden a un interés comercial para relanzar las bebidas vegetales. Pero ¡ojo! Porque «no son leche», responden ambos. Y por ello no pueden usarse como sustituto sino como complemento.

Dentro de los que se han apuntado a la moda de #nomáslácteosenmivida hay más de uno que con frecuencia cae en la contradicción, y se olvida cuando saborea gominolas, resuelve el mediodía con comidas preparadas o disfruta de un buen sándwich de embutido para merendar, que está siendo infiel a su nueva política alimentaria. «También veo gente que llega a la consulta con 40-50 años y te dicen: es que soy intolerante o es que no me sienta bien. ¿Cómo es eso? ¿Tu cuerpo se ha transformado? Porque no te haces intolerante de un día para otro», explica Viso.

Los detractores de la leche se agarran a que somos el único mamífero que de adulto sigue tomando leche. Pero es que también somos los únicos que hacemos muchas cosas diferentes: conducimos, usamos el móvil... y no sigo porque me vais a dar una leche.