Aquí un monumento

YES

18 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos cuantos años, seguro que demasiados, un editor le propuso a un grupo de periodistas mujeres posar juntas para un suplemento. Se trataba de ofrecer al lector la imagen de una revista moderna que apostaba por la igualdad, convencer al espectador de que las chicas pisaban fuerte en aquella redacción y componer una página molona con aquel capital humano que hasta hacía no tantos años era una rareza en los periódicos de España. Era la típica apuesta cargada de buenas intenciones, una estupenda idea de ese feminismo de tocador, perfumado y manso que complace a todo el mundo y que a todo el mundo sitúa en el lado correcto de la historia. Pero hubo quien censuró la propuesta; quien advirtió sobre su paternalismo; quien sugirió que además de juntar a las señoras reuniesen a los pelirrojos de la empresa y quien creyó que, como los hombres, las mujeres somos diversas y que convocarnos a toque de arrebato cuando alguien necesita un redoble de feminismo es en realidad bastante machista.

Supongo que algo así sucedió con el cartel con el que la Xunta quiere conmemorar el día internacional contra la violencia de género. Tres mujeres a escala monumental, como si fueran Gulliver en su visita a Liliput, compiten en tamaño con la catedral de Santiago, la muralla de Lugo o el puente romano de Ourense. La composición, cuya valoración estética podemos dejar para mejor ocasión, la acompaña el lema: «O máis grande de Galicia non se maltrata», todo un grandilocuente ejercicio de buenas intenciones que, de nuevo, cheira a paternalismo y condescendencia. La mezcla de la estatua de los redeiros de Ramón Conde -la cuota monumental de Vigo en el cartel- con esas tres mujeres colosales inspira una imagen automática: la de José Luis López Vázquez, o así, vociferando un pomposo «¡qué monumento!» al paso de una mujer estupenda. Nos llamarán exquisitas, pero que el mensaje que una administración pública envía para erradicar la violencia machista sea este produce una mezcla de grima y estupor que alguien debería considerar. Y no se trata de hacer una enmienda a la totalidad al piropo, que intercambiado con la persona adecuada en el entorno correcto es estimulante y agradable, si no de aspirar a que la construcción de una nueva realidad en torno a la mujer sea más profunda y sofisticada y no abunde en tópicos paternalistas que destilan complacencia. Las mujeres no somos ni más guapas ni más feas que los hombres; tampoco somos ni más listas ni más tontas; ni más valientes ni más cobardes; ni más sufridoras; ni más amorosas. Las políticas de discriminación positiva tratan de corregir una situación que parte de la desigualdad, como indican la diferencia salarial, el injusto reparto del trabajo en casa o la gestión escorada de la crianza de los hijos. Pero presentarnos como lo más grande de Galicia, al mismo nivel que la iglesia de la Peregrina, cheira a sección femenina y alcanfor, a mujeres pasivas que aguardan para ser visitadas.

Coincidiendo con la presentación de este cartel, Movistar ha lanzado una promoción del programa Tabú que dirige el periodista Jon Sistiaga. El actor Manolo Caro suelta una serie de palabras y sus sinónimos. En la lista, zorro, perro, golfo, hombrezuelo, guarro... La actriz Blanca Portillo las repite en femenino con sus sinónimos. Siempre es el mismo. Puta.