Un diálogo entre artistas que tiran del hilo

AROUSA

MARTINA MISER

AROUSA ES TENDENCIA EN BODAS Chaves lleva cuarenta años expresándose con el arte. Franco Quintáns es un prestigioso diseñador de trajes de novia. Combinando sus creaciones, dieron vida a un catálogo de moda nupcial que es todo un homenaje a esta tierra.

24 feb 2018 . Actualizado a las 19:46 h.

En el estudio hace frío. Un frío terco, de esos que se filtran entre los pliegues de la ropa y se enseñorean en las puntas de los dedos (de las manos y de los pies). Xaquín Chaves, el artista anfitrión, olfatea con familiaridad el gélido ambiente. «Tolero ben o frío, é importante para a creación», dice. Sonríe. A su lado, Franco Quintáns dibuja con otra sonrisa su rotunda disconformidad. Le cuesta quitarse el abrigo, y la bufanda, y los guantes. El frío, que solo se marchará cuando la chimenea se encienda, es la única pega que se le puede poner, en un día de invierno, a este escondido rincón de la parroquia de Lois (Ribadumia). Un espacio que huele a pintura y a lienzo, que está presidido por una enorme mesa de trabajo manchada de arte y de verdad, que muestra una colección de vinilos disciplinadamente colocada en una estantería y un acogedor sofá en el que valdría la pena sentarse a escuchar la música. Este lugar fue el escenario de parte del catálogo de la colección nupcial Arousa del carrilexo Franco Quintáns. Una colección de fotos en las que el arte y la moda se funden, juegan y mantienen un diálogo fluido, lleno de colores y texturas.

Reconoce Franco Quintáns que llegó a Chaves por casualidad. Sabía exactamente qué quería para su catálogo, pero no sabía dónde encontrarlo. «Quería mostrar una Arousa moderna, luminosa, vibrante», relata. Quería el modisto mostrar una tierra que, como la poesía, está cargada de futuro. Una voz amiga lo empujó hacia la Rosa do Mar, una imponente escultura de trece metros de altura azul, colocada junto a la ría, en el puerto de Vilagarcía. «Solo se puede ver desde el mar, por eso no la conocía. Cuando la vi me quedé alucinado. Era como si una nave espacial hubiese aterrizado en Ferrazo. Pensé que eso era, justamente, lo que quería», confiesa Franco Quintáns. Así comenzó todo. El primer paso fue lograr la bendición del artista que fraguó la escultura. «Pareceume unha boa idea: a colección e a Rosa do Mar falaban do mesmo», cuenta Chaves.

La colección Arousa había encontrado su casa. Una de ellas. Porque la feliz colaboración de estos dos talentos arousanos aún iba a dar más de sí. «[Franco Quintáns] díxome que estaba a buscar un xardín xaponés. Díxenlle que eu tiña un no meu estudio». Cuando fue a inspeccionar el lugar, el diseñador encontró la tercera pieza para la trilogía en la que, en su cabeza, había dividido el catálogo: el estudio. Las fotos se tomaron con meses de diferencia. En julio fue el puerto. En otoño, el jardín. En diciembre, con el frío enroscándose en los cuadros, el rincón del artista.

LAS OBSESIONES

Moda, pintura y escultura se fundieron en un abrazo fotográfico. Y dieron, a dos creadores que se mueven por mundos muy diferentes, la oportunidad de descubrir todo lo que tienen en común. El chispazo de la creatividad, que llega a veces de forma inesperada. El conocimiento profundo de los materiales y de las herramientas. El valor de la artesanía. La necesidad de aislarse de un mundo demasiado cambiante, demasiado exigente, demasiado ruidoso. La insatisfacción, las dudas y las certezas. La búsqueda constante de esa identidad que hace que una obra sea reconocible sin ser repetitiva. La obsesión por contar algo nuevo. La importancia de saber cuándo ha llegado la hora de poner el punto final. O el punto y seguido. Porque Franco Quintáns está inmerso, estos días, en dar los últimos retoques a su nueva colección, que se presentará el 14 de marzo en el Palacio Fernán Núñez (Madrid). Y Chaves, con 40 años de artista a sus espaldas, se tomará una año para mirar atrás, echar cuentas con la vida y «vaciar las paredes» antes de seguir. En el camino.