A los 20 nos divorciamos

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LA DURACIÓN MEDIA de un matrimonio son las dos décadas, lo mismo que un crédito hipotecario. Divorcio y economía tienen mucho que ver, pero también otros factores: criar hijos adolescentes y los cambios propios de la edad. A los 45 años ronda la nube negra.

09 abr 2018 . Actualizado a las 08:16 h.

El dato es el dato y en las relaciones de pareja no todo va a ser amor. Lo dice el Instituto Nacional de Estadística, que entre otras cosas, se encarga de establecer las medias de los matrimonios en nuestro país. Y aquí duramos lo que duramos: una media de 20 años, ni más ni menos, lo que viene a ser -me dice Inés Rey, de Gigirey abogados- lo que se mantiene un crédito hipotecario. Tan simple como eso, porque los divorcios, apunta la letrada, tienen siempre un condicionante socioeconómico. O lo que es lo mismo: hay que tener pasta para llegar a ese punto D (de divorcio). «En el peor momento de la crisis -señala Inés- la gente no podía separarse, pero cuando empieza a repuntar la macroeconomía los divorcios se disparan». Y disparan siempre al mismo lado: a la contraparte. «Puede que al principio la cosa no empiece de mutuo acuerdo, pero la mayoría de las separaciones se reconducen y los dos terminan aceptando las condiciones del divorcio». La media indica que esos 20 años coinciden con una media de edad también de los conyuges: ellas, 44,4 años, y ellos 46,8. ¿Qué nos pasa entonces en ese momento? ¿Por qué nos venimos abajo en torno a esa edad?

«Tener adolescentes -explica Aranzázu García, experta en terapia familiar- es una fuente de estrés muy importante y a los 45 uno suele tener hijos con esos años. Se crean situaciones en que la pareja convendría que estuviera de acuerdo en cómo actuar, pero no siempre puede ser: opinan distinto, tienen estilos o formas diferentes de afrontarlo y eso desgasta. Es muy fácil que se creen confrontaciones entre la pareja en esa etapa. Cuando las dos personas están felices por lo que sea (trabajo, afición...) es más sencillo contagiarlo al matrimonio. Es más fácil que la pareja se empape, pero cuando el estado más frecuente en el que estás es enfadado, eso se contagia al otro».

La mayoría de los matrimonios que rompen, dice el INE, tienen hijos menores de edad (47 %), pero Inés Rey observa que el divorcio cada vez más se produce antes, o recién casados o con niños muy pequeños. «Yo veo matrimonios que duran muy poco. Desde que existe el divorcio exprés -solo tienen que pasar 3 meses desde el enlace para dar el paso de la separación definitiva- la gente opta ya por divorciarse directamente, apenas hay separaciones. Además, ahora no hay que justificar un motivo, como sucedía antes, no hay que acreditar causa (cese de la convivencia, infidelidad...)», apunta Rey. ¿Suele ser «la tercera persona» la razón real de la ruptura?

«A ver, los clientes no suelen contarlo porque la gente sigue teniendo un sentimiento de culpabilidad brutal si se enamora de otra persona y deshace la familia, pero al final te acabas enterando por la otra parte: ‘Tiene un novio o una novia’. Suele ser el motivo más habitual», explica la abogada.

EL DETERIORO ES PREVIO

Aránzazu García matiza esta valoración. «Si una relación está deteriorada, mientras no aparece otra persona es más fácil seguir ahí. El deterioro es previo, te pasas la vida en una mala convivencia o compartiendo poco o sin ganas de estar, porque en realidad divorciarte es difícil: consume esfuerzo, tiempo y sobre todo dinero. Claro que si mantienes esa actitud de desidia, al final siempre acaba apareciendo alguien, lo facilitas inconscientemente; y después te resulta más difícil estar en casa, dormir con tu pareja, compartir el fin de semana. Quieres estar con la otra persona, y con esa ‘fuerza’ la gente se siente más dispuesta a divorciarse». «Para mí -añade Aránzazu- la rutina no suele ser la causa más importante en las rupturas, hay rutinas muy positivas, sino el cambio de intereses, de actitudes (‘ya no necesito a alguien que me cuide, me proteja’), la gente va cambiando. Creo también que más que la edad media de haber cumplido los 45, lo que realmente importa son esos 20 años de pareja. Si empiezas a los 40 con alguien no te vas a separar a los 45, pero después de dos décadas juntos las cosas pueden alterarse y desgastarse».

Inés Rey también ha notado el aumento de rupturas pasados los 60. «Hoy ya no existe el estigma social del divorciado, la percepción no es negativa, por eso muchas personas que han criado a los hijos deciden dar el paso». Los adolescentes desunen, pero Arázanzu ve luz al final de esa etapa: «Si la superas, como te has entrenado en consensuar mucho es probable que la relación perdure con éxito y no te separes». Aunque no se puede bajar jamás la guardia: «También conozco a otras parejas que no se divorcian jamás, pero tampoco son felices. Muchas siguen unidas en la revancha de continuar peleando». ¿Dónde queda el amor?