«Una seta, una alegría; dos setas, dos alegrías»

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Johs Boe

SETAS Y OPTIMISMO La antropóloga Long Litt Woon combina estos dos elementos en su libro «La buscadora de setas», que nos sirve de guía para conocer el mundo de la micología a la vez que nos ofrece una ruta para superar el dolor por la muerte. ¿Quién se viene al bosque?

03 dic 2018 . Actualizado a las 19:03 h.

Algunas veces nosotros vamos a setas, pero la vida se empeña en ponernos rolex en el camino... o como le pasó a Long Litt Woon, encontramos de nuevo la alegría de vivir. Esta antropóloga de Malasia llegó a Noruega a estudiar y se quedó para siempre cautivada por el hombre de su vida, Eiolf. Se casaron y comieron perdices durante treinta años, pero una mañana el teléfono sonó y todo acabó. «Me temo que tengo malas noticias. Su marido ha fallecido». Esas fueron las palabras que pusieron su vida patas arriba. Tras esta muerte inesperada, Litt Woon descubrió que el mundo de las setas podía ser su tabla de salvación, lo que le permitiera volver a flote. Hoy, después de años de práctica y estudio, nos ofrece un libro con su sabiduría. «A mí las setas me devolvieron la alegría, de una forma muy concreta. Una seta, una alegría; dos setas, dos alegrías. El segundo paso fue empezar a ir a excursiones en las cuales, pese a no encontrar ninguna seta, veía que estaba contenta. Así que me fui dando cuenta de que mi definición de felicidad se iba expandiendo. Felicidad era estar en un bosque muy bonito, tal vez conocer a un nuevo amigo amante de las setas, hacer una foto bonita. Y el tercer paso fue, por supuesto, lo que yo sentía, cómo las setas volvieron a despertar todos mis sentidos. En particular, el sentido del olfato, sobre el cual he escrito todo un capítulo en el libro».

-¿Qué habilidades hacen falta para ser un recolector estrella?

-En Noruega hay cursos que la Sociedad Micológica organiza para principiantes. Y luego puedes dar un paso más y hacer un examen para convertirte en experto en setas. Yo, por ejemplo, hice este examen. Necesitas estudiar, pero también ir al campo. Y la mejor manera de lograrlo es hacerte amigo de un aficionado a las setas que no solo te las enseñe, sino que también te muestre sus sitios secretos donde poder encontrarlas.

-Las setas siempre han tenido un componente de peligro. ¿Se intoxica el sabiondo o el ignorante?

-La gente se envenena por muchos motivos, pero, definitivamente, la ausencia de conocimientos no es algo bueno y ser un sabiondo tampoco. Tienes que tenerles mucho respeto a las setas y necesitas conocimientos y, si no los tienes, necesitarás a una persona que sí sepa. Por ejemplo, en Noruega tenemos un sistema maravilloso que consiste en tener puntos de comprobación. En Oslo, en la temporada de setas, tenemos estos puntos al lado de los bosques donde cada semana la gente puede ir allí con sus canastas con las setas que han recogido para que los expertos puedan comprobarlas.

-¿Cuál es el hallazgo del que está más orgullosa?

-Estaba en Colorado y encontré un hongo que pensaba que era un boletus, pero cuando se lo enseñé a la gente del lugar, me dijeron que ese tipo de setas nunca había sido visto en esa área antes. No estaban muy seguros de si era una especie nueva y, en tal caso, la llamarían como yo, Woon.

-¿Y su anécdota más divertida?

-Se trata de un dilema micológico: un amigo y yo fuimos a buscar boletus y él me contó una historia: hace muchísimos años, encontró muchos boletus, pero todavía muy pequeños, entonces los tapó con unas hojas para volver unos días después. Sin embargo, cuando volvió se encontró a una persona encima de estas setas… se acercó, y se dio cuenta que el hombre estaba muerto. No sabía qué hacer, ¡las setas estaban justo debajo del cadáver! Esto fue su dilema micológico: llamar a la policía o comprobar cómo estaban las setas. Al final llamó a la policía.

-El libro es optimista a pesar del dolor por la muerte de su esposo. ¿Qué consejo daría a los que quieren dar consuelo?

-Creo que la muerte es parte de la vida, pero en Noruega hoy en día (y tal vez en todo Occidente), se piensa que la muerte ya no es parte de la vida sino un fallo de la medicina. Si quieres ayudar, la manera más fácil es ayudar con cosas prácticas. Por ejemplo, preparar la cena. Y luego, puedes escuchar y ya está. La persona en duelo no necesita ningún consejo.