«Cumplo 100 y lo celebro con una cena-baile»

CLÁUDIA MORÁN

YES

MARCOS MÍGUEZ

DE LARGO Y RODEADA Así celebrará su siglo de vida Antonia, una coruñesa que desprende energía y que reunirá a toda su familia en una fiesta de largo a la que acudirán familiares desde distintas partes del mundo. «Van a colapsar Alvedro», dice

13 ene 2019 . Actualizado a las 10:00 h.

Cien años no se cumplen todos los días. Incluso nunca. Lo sabe bien Antonia García Fagil, una coruñesa con mucha historia que el próximo día 20 llegará al siglo de vida. Y lo hará con un acontecimiento nada simbólico: celebrará una gran fiesta rodeada de toda su familia y amistades. «¡Otros cien no los voy a cumplir!», explica con una soltura pasmosa y sin perder nunca la sonrisa.

Lo tiene todo preparado: será una cena-baile en el restaurante Casa Celia, en Cambre, con unos cien invitados, «uno por año», bromea Antonia. Y promete que los asistentes van a saturar el aeropuerto, ya que «vienen familiares de Sri Lanka, de Australia, de Sevilla, de Inglaterra o de Venezuela». Con la confirmación de sus hijas, nietos, bisnietos, sobrinos y yernos, su mayor deseo es «que la gente esté allí hasta las tantas, que bailen y que se tomen el chocolate con churros».

Antonia tomó la decisión de celebrar su siglo de vida «por todo lo alto» tras una estancia hospitalaria. «Decidí que, si llegaba a los 100, haría una fiesta de largo y con toda mi familia», cuenta. Y ya tiene el vestido para la ocasión: «Mi ilusión es ir de largo, y me gustaría que los demás también».

SALUD ENVIDIABLE

Viéndola hablar, gesticular y contar anécdotas de cuando era una niña, o de cuando empezó a trabajar con 16 años en una sastrería de la Calle Real, cuesta mucho creer su edad, un hecho del que ella es perfectamente consciente. «Yo me encuentro bien. Los médicos me dicen que no venga más porque estoy perfecta [ríe]. A veces, cuando voy al médico, creen que no soy yo la de los 99 años. Entonces yo les digo que sí y empiezan a llamar a las puertas para que vengan los otros médicos a verme», comenta. También le ocurre en la peluquería, adonde va una vez a la semana: «Algunas clientas más jóvenes que yo ya andan con bastón y no se creen mi edad».

Cuando describe su día a día, Antonia reconoce que es «un no parar». «Me levanto, desayuno y ya empiezo de aquí para allá. Coloco la ropa cincuenta veces, hago la comida todos los días, friego, paso el suelo… ¡Sí, señora! Mientras pueda lo hago, y así estoy entretenida», dice.

Aunque tiene a una persona que la ayuda, porque ya no sube a las alturas ni limpia las ventanas, asegura que es autónoma en todo lo demás. «Me ducho y me echo mis cremas, voy a dar un paseo, hablo con las vecinas o una amiga viene a verme». Por hacer, hasta habla con sus hijas por Skype gracias a que una sobrina le lleva el ordenador. De hecho, la comunicación a distancia nunca es un problema para ella, ya que se sabe los teléfonos «de memoria».

ALEGRE Y VIAJERA

A diferencia de muchas personas, jóvenes y no tan jóvenes, Antonia ha visto mucho mundo, en parte por los desplazamientos de sus hijas, que viven en el Reino Unido y Venezuela, pero también ha estado en Miami, en Isla Margarita, en Madrid, en Palma de Mallorca, en Sevilla y en casi toda Galicia. «¡Yo ya lo recorrí todo!», señala, aunque matiza que todavía le faltan dos destinos soñados: Barcelona e Italia. «Cuando me apetezca cojo y voy. Ahora no tengo quien me tire de la chaqueta, así que a vivir la vida. Y, si no, llamo a Calleja para que me lleve a volar por las montañas», dice divertida.

Viajar no es el único plan de esta coruñesa de ahora en adelante: «El marido de la peluquera me quiere llevar en moto, y le dije ‘¡pues yo voy!’. Como visto de pantalones y voy con el casco, no pasa nada».

Lo que algunos no saben es que la naturaleza alegre de Antonia García Fagil le viene de familia. Es hija de la leyenda del Carnaval coruñés Manuel García Canzobre, del que recuerda que «la calle entera iba detrás de él y ya no había vuelta». «Era una persona muy querida y muy inteligente que cantaba fenomenal, y a mí me alegra mucho que cada año el Ayuntamiento le ponga una corona de laurel y que una comparsa le rinda homenaje», señala. Al acordarse de su padre -quien tiene un busto y una calle en el barrio de Monte Alto, donde ella vive, y por donde pasa a menudo-, también dedica unas palabras de cariño hacia La Voz de Galicia, del que era colaborador y donde recuerda que «todos lo conocían y nunca lo censuraron».

Contagiando la enorme ilusión que tiene por su fiesta, Antonia se despide de YES dejándose muchas anécdotas en el tintero. «Son 100 años, que se dice muy pronto», señala. Para Antonia, estamos seguros de que será, pero de verdad, un muy feliz cumpleaños.

FOTO: MARCOS MÍGUEZ