Madres antes de los 30

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MARCOS MIGUEZ

ELLAS ROMPEN LA ESTADÍSTICA Ana, Alba y Diana decidieron tener un hijo jóvenes y, aseguran, ha sido la mejor decisión de sus vidas. Más energía, más paciencia y menos distancia son las claves de su crianza

24 feb 2019 . Actualizado a las 07:59 h.

Ana Arévano siempre tuvo claro que quería ser madre joven. «Igual 21 es demasiado pronto…», confiesa con una sonrisa pícara mientras mira a su pequeño Alberto. Ella fue madre a esa edad: Alberto, «ardilla», como le llaman sus padres, nació el 25 de junio del 2017, justo unos meses después de que Ana y Óscar, su marido, se casasen. «El 29 de enero hizo cuatro años y medio que nos conocemos», cuenta Ana, que tiene todas las fechas grabadas en su memoria. Son una pareja joven que empezaron muy jóvenes. Los dos querían ser padres antes de los 30. «Durante el embarazo tuve un poco de miedo a las reacciones de mi familia, a que todo saliera bien, a poder darle una estabilidad en casa…», reconoce. «Pero no cambio por nada que mi hijo me diga mami, me dé un abrazo o se caiga y venga corriendo a que lo consuele».

Lo suyo es convicción: «Siempre tuve claro que quería ser madre joven. Respeto que cada una tome la decisión que quiera y que elija ser madre más tarde. Mi padre, por ejemplo, tenía más de 30 cuando nací yo, pero yo siempre quise ser madre antes de esa edad». Ahora sus padres también disfrutan de ser unos abuelos jóvenes. «Cuando mi padre está con su nieto en el parque, parece su padre», sonríe. Recuerda perfectamente cómo fue el momento de decir a su familia que estaba embarazada con 21 años: «Mucha gente me decía si estaba loca. Al principio mis padres se enfadaron un poco, pero después estaban superilusionados». ¿Y las amigas? «En mi grupo del colegio alucinaron, son de mi edad y algunas aún están en la carrera».

«ERA LA NIÑA DE TODOS»

Para Ana, ser madre a los 21 tiene ventajas: «En los médicos me lo pasaba genial durante el embarazo, era la niña de todos. Iba a la clase de preparto y veías a todas las futuras mamás que eran más mayores que yo y que les costaba llegar al suelo, y a mí me resultaba muy fácil hacer los ejercicios». Cuando supo que esperaba un hijo, trabajaba en una ETT. «Hice un curso de márketing mientras estaba embarazada. Ahora estoy pensando en volver a estudiar e ir a la universidad para hacer Derecho. Si te organizas puedes hacer un montón de cosas», asegura. Desde hace tiempo trabaja en una asesoría jurídica: «Tengo unos horarios muy buenos y se portan muy bien conmigo. Tener un hijo es una responsabilidad enorme y siento que en el trabajo tengo que ser tres veces mejor».

Ana reconoce que la vida cambia después de tener un hijo: «Cambia porque tiene que cambiar, pero yo sigo disfrutando igual». Además, tiene la suerte de contar con dos hermanos pequeños, de 10 y 13 años, que se desviven por su sobrino Alberto. «Mi hijo cuando está con ellos es su fiesta, lo pasan genial. Mis hermanos lo disfrazan y juegan con él. Un día Alberto llegó a casa diciendo ‘chao tío’, y flipé», cuenta.

Una vez al mes se organiza con su padre para poder salir por la noche: «Él se queda cuidando de Alberto para que Óscar y yo podamos salir por la noche, y otro día me quedo yo con mis hermanos para que disfrute él. Nos ayudamos mucho». Precisamente ese es otro de los aspectos que más aprecia de su decisión: «Una de las cosas que valoro mucho es ver cómo mi padre disfruta de su nieto, si lo tengo dentro de diez años igual no es lo mismo, porque ya sería más mayor. O las abuelas, por ejemplo, que tienen más de 70 y 90 años. Disfrutan un montón de su bisnieto», comenta Ana, que no aparenta la edad que tiene: «Mucha gente me echa 28 o 29 años. No están acostumbrados a que haya madres tan jóvenes, y cuando digo que tengo 23 y que ya tengo un hijo, no se lo creen». En cualquier caso, ella es optimista: «Da igual que seas joven. Siempre sales adelante, te costará más o menos, pero sales».

En casa comparte los cuidados del niño con su marido: «Óscar está conmigo al cien por cien, y si tengo mucho trabajo siempre me ayuda un montón». Los fines de semana aprovechan para disfrutar los tres juntos. «Nos escapamos a casas rurales o de paseo, siempre estamos haciendo algo», indica. Esta madre tan joven asegura que quiere tener más hijos, aunque se da tiempo: «Más adelante, cuando tenga 26 o 27 años. No tengo prisa. Estoy muy contenta así y tengo todo controlado. Ahora necesito un poco de calma», confiesa.

“A mí lo que me sorprende es que tarden tanto”

ANA GARCIA

A??Alba lo que le extraña es que las mujeres esperen tanto para ser madres. «Me llamaba mucho la atención que cuando iba al médico era la más joven de la consulta. Que cada uno tiene su momento, pero, si lo haces con 40, pensar que cuando tu hijo tenga 20 tú tendrás 60... Yo creo que 28 no es para nada mala edad. Soy joven, pero no superjovencísima», se reafirma esta madre que siempre quiso tener el primero antes de los 30 y que no entiende a muchos de sus contemporáneos que dicen que formar una familia es una renuncia a la buena vida. «Gorka, mi pareja, y yo viajamos mucho. Candela, nuestra hija, con cuatro meses ya vino con nosotros de vacaciones. Fuimos a Málaga, a Cádiz, a Tarifa... recorrimos toda esa zona en coche haciendo bastantes descansos, y no hubo ningún problema. Además, como yo le daba el pecho, no teníamos que estar pendientes de la comida. Para mí fue un viaje estupendo», recuerda Alba, que ya está planeando otra escapada de tres para noviembre: «Ahora ya tiene casi dos años y todavía es más fácil».

FUE UN BOMBAZO

La familia y los amigos se quedaron impactados cuando Alba anunció que estaba embarazada: «Todo el mundo se quedó superalucinado, pero muy contentos, todos se alegraron muchísimo. Mi madre fue la única que al principio se quedó en shock porque decía que era muy joven, pero ya después me dijo que adelante. Mi padre ya desde el principio se alegró mucho».

Y eso que Alba y Gorka no lo tienen fácil. Los dos cocinan en la Pulpeira de Melide, en A Coruña, y los horarios de la hostelería no entienden de conciliación. Ahí es donde los abuelos cobran un papel muy importante: «¿Ves? Esa es otra ventaja, que si eres madre joven los abuelos también lo son. Mis padres tienen y 54 años, y cuando van por ahí con Candela se creen que son sus padres en vez de los abuelos». Si ella le hiciese caso al trabajo, todavía no tendría a su hija. «Si lo estás pensando, nunca es el momento. Además, si quieres tener otro hijo se te echa el tiempo encima», indica Alba, que piensa esperar otro año para que Candela crezca un poco más e ir a por el segundo bebé. El tiempo, dice le ha dado la razón. «Nosotros tenemos otra energía, y más paciencia para no dormir y estar con la niña», zanja. Bravo por ellos.

“Fomos os primeiros da ‘pandilla’ en ter fillos”

PEPA LOSADA

Mi madre me lleva menos de 20 años de edad. Eran otros tiempos, mediados de los 70, y entonces era más «normal» tener hijos joven. Hoy sucede lo contrario. Casi parece que es la última decisión clave en la vida, que se aplaza a veces hasta tener un trabajo, una casa y una pareja estables. Aunque, si se dan las circunstancias favorables, hay quien tiene claro lo de ser papás jóvenes y reaccionan en positivo cuando el entorno le pregunta si es hermano o hermana del pequeño. Diana Yáñez Saa (Burela, 1988) y Michael Louzao son padres de Jaime. Ella lo tuvo con 24 años. El rey de la casa cumplía recientemente los seis añitos. «Estabamos os dous con traballo, en boa situación, viviamos xuntos e tiñamos en mente ter fillos rápido, ser pais novos. Esa era a mentalidade dos dous, na que coincidimos. A miña parella ten dous anos máis ca min. Á parte da estabilidade económica, meus pais axúdannos moito, pois viven na rúa do lado», explica Diana, recalcando que su último apunte, es decir, contar con unos abuelos cerca, es también un punto a favor de una maternidad contraria a lo que en obstetricia antes se calificaba como «añosa» (después de los 35), calificativo ahora en desuso: «Se non tes axuda á hora de traballar e na túa vida cotiá, se estás ti só ou soa, é moi complicado. Nas vacacións ou cando o neno está enfermo, miña nai está con el». La de Diana la tuvo a ella con 22 años, y al primero con 19. «Á idade que eu teño agora xa estaba ‘cansa’ de criarnos», sonríe.

De sus amigos, nadie tiene

Qué duda cabe que Diana y Michael sorprendieron a sus amigos: «Somos os primeiros da pandilla en ser pais [...]. Quedaron flipados, foi un shock para eles». «A verdade é que non nos arrepentimos. Parece que foi onte cando tiven a Jaime. É un neno que non custa crialo», indica su madre, que añade que, a su edad, «tes máis ganas e máis enerxía e non ves os fillos tan lonxe á hora dos xogos. Con máis idade, creo que non tes esa vitalidade e á hora de falar de certos temas na adolescencia penso que hai menos distancia en idade para tratalos», añade. No descartan tener otro hijo. «O forno aínda está aberto!», ríe Diana.