Orinar de pie

La Voz

YES

18 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El miércoles abrió la Bienal de Venecia con su monumental reflexión sobre el futuro del arte y las cosas que nos está tocado vivir. Hace unos años, en el 2012, a esta meca de la creación mundial concurrieron los artistas Manuel Vilariño y Rubén Ramos, coruñés y compostelano, protagonistas de una propuesta que comisarió el también gallego Alberto Ruiz de Samaniego. Aquello fue un hito para el país, aunque no recuerdo que se le diera la consistencia mediática que merecía ni el reconocimiento social que suponía tener tanto espíritu nacional en un sitio como Venecia. Este año la inspiración está siendo el cambio climático, aunque la presencia más conmovedora ha sido la Barca Nostra, de Christoph Bucher, un fantasmagórico pecio rescatado del fondo del Mediterráneo a donde en el año 2015 fueron a parar 772 refugiados sirios que intentaban alcanzar Europa.

Desde España, se ha enviado a los vascos Sergio Prego e Itziar Okariz, esta última autora de la propuesta que más debate ha suscitado dentro del pabellón español, referido estos días desde medios de comunicación que no se ocupan habitualmente del arte para hacerse cruces con lo que para muchos es una mamarrachada de la creadora vasca. «Orinar, ¿una forma de arte?», «¿Crees que obras como ésta deben representar a España en la Bienal Venecia?», «El Gobierno de Pedro Sánchez dilapida 400.000 euros en mostrar al mundo cómo la «artista» vasca Itziar Okariz mea en diferentes espacios públicos»...

OKARIZ EN VENECIA

Pero, ¿qué propone esta vez Okariz que está empujando a tanto comentarista a hacerse cruces? Si visita estos días Venecia lo que se encontrará serán varios vídeos de la vasca meando de pie en diferentes espacios públicos y privados. La obra se titula precisamente así, Mear en espacios públicos o privados, y una simple mirada superficial a la propuesta sirve para entender por qué es interesante. Una mujer orinando de pie en la calle con las manos orientando su vagina para canalizar la salida del pis y la mirada centrada en esa acción, una acción fisiológica que sin embargo perturba e incomoda desde una determinada perspectiva. Okariz nos pone delante de una realidad incontestable: desde principios del siglo XIX el diseño social condicionó una arquitectura que obliga a la mujer a orinar sentada en cubículos independientes, íntimos y protegidos de miradas ajenas mientras que el hombre evacúa de pie, colectivamente y rozando el exhibicionismo. Pocas cosas hay tan hombre, hombre como mear de pie y a la vista de todo el mundo.

La intervención que tanta mofa está provocando conecta con un debate que sucede en todo el contexto de la revolución feminista que tenemos en marcha. En el año 2017 Leo Messi confesó en una entrevista: «Yo también meo sentado porque te levantas por la mañana todo dormido y es más cómodo». La confidencia pudo haber tenido una trascendencia menor pero impactó en todos aquellos que siguen considerando mear de pie un acto de hombría exclusivo de los machos, cuya renuncia pone al interfecto en no-sé-que-tipo-de-posición. Desde entonces avanza sin prisa pero sin pausa un ejército de hombres que han decidido romper el mito (que además avalan urólogos e higienistas) y mear sentados. Por eso hay que aplaudir la propuesta de Okáriz.